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Rafael Isaza
Columnista

Rafael Isaza

Publicado

Los caminos

Por rafael Isaza González

rafaelisazag@une.net.co

Amable lector. La justicia humana es tan frágil y rastrera, que para las gentes de bien, solo les queda confiar en la justicia divina.

El Dante Alighieri nació en Florencia en el año 1265, de noble cuna, temperamento fuerte, mente brillante y siempre pensativo. Dominaba el griego y el latín. En alguna ocasión conoció a una preciosa y tímida joven de nombre Beatriz Portinari, se enamoró de ella, le escribió hermosos versos. Sin embargo, lo dejó por otro y murió a la edad de 25 años. Su primera obra fue “La Vita Nuova”, con la que alcanzó gran éxito.

Se enfrentó al papa Bonifacio VIII, que pretendía arrebatar la independencia de Florencia. Por ello, fue maltratado y desterrado de por vida de su ciudad natal. Residió en Verona, proclamó un gobierno justo y sabio. Alzó su voz contra la injusticia, la tiranía y la corrupción. Siete siglos después Florencia aún llora la injusticia que se cometió con él.

Vivió una época de intrigas, pasiones y envidias. En su obra maestra La Divina Comedia, narra un viaje al más allá. En el recorrido lo acompaña el alma de Virgilio, el poeta latino, no la de Barco. En la travesía por el infierno, en medio de las llamas solo se escuchan suspiros, quejidos, lamentaciones y gritos. A la entrada hay un letrero que dice: “Quien entre aquí abandone toda esperanza”.

Ve a algunos pecadores sumergidos en caparazones de metal hirviendo. Los hipócritas están con hábitos de plomo al rojo vivo. Dante, como casi todos los humanos no sentía afecto por algunos de ellos.

Describe a Satanás como un ser corpulento y con tres cabezas. Sin pretender emular con tan excelsa figura, el diablo o demonio, es de figura alargada, de carnes enjutas, colmillos sobresalientes, ojos pequeños y brillantes, cumbamba pronunciada, orejas grandes y la tez color marrón.

En este viaje al infierno, charla con almas atormentadas, les hace preguntas y toma nota de sus relatos. Muchos de estos personajes eran de esa época, entre otros, políticos y gente engreída, como acá. En su obra habla de la lujuria, la codicia, la soberbia y los adúlteros. Por fortuna pecados que ya han sido superados en nuestro medio.

Dante señaló que las almas van a algún lugar y que los hombres durante su vida terrenal deciden su destino final. Agregó que deberíamos seguir el camino de nuestra propia conciencia. Sin desatender tan sabio mensaje, lo triste es que hoy, muchos tienen la conciencia torcida o carecen de ella.

Traigo estas líneas con la ilusión de que un montón, antes de conciliar el sueño, en lugar de sentir odio encendido por varios magistrados, alcaldes, políticos y patanes, hagan el mismo recorrido por el infierno, de manera virtual. Cuando vean a tantos conocidos hirviendo en la paila mocha, cambien el rencor, al menos por un poco de remordimiento, así sea como la que han sentido los miembros de la Farc. Si alguien alcanza a ver a José Miguel Vivanco, no lo ofendan: Él perdió el camino al preferir a Marx y no al Dante Alighieri.

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