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Manuela Zárate
Columnista

Manuela Zárate

Publicado

Los libros y la libertad

Por manuela zárate

@manuelazarate

En estos días me operaron del tobillo por tercera vez. Hace dos años me fracturé y de ahí en adelante ha sido un camino largo de recuperación, muletas, fisioterapia, paciencia. Tenía miedo de entrar en la tercera operación más que todo porque la recuperación obliga a pasar varios días con movilidad reducida, por no decir que nula. Para pasar el postoperatorio decidí armarme de una batería de medicamentos, ya no para el tobillo, sino para poder moverme de otra forma. Con la imaginación.

Mi primera elección fue Sidi, la nueva novela de Arturo Pérez Reverte. Sidi está inspirada en El cantar de Mío Cid. Un clásico de la literatura que como el mismo autor ha contado recientemente lo marcó desde muy joven. Sidi, ciudadano de Castilla, es condenado al destierro por el Rey Alfonso y se verá obligado a reinventarse lejos de su hogar, pero sin poder renunciar jamás a lo que lo ata a su tierra.

Leer Sidi me hizo recordar mi último año de bachillerato y cómo entonces me enamoré de las novelas de caballería. En Sidi me reencontré con el personaje que pone el honor por delante, que es fiel a sí mismo, que tiene un viaje que lo enfrenta a los obstáculos más grandes y que pone a prueba su fuego interior. La disfruté además, porque a pesar de cuidar el vocabulario de la época que narra no es difícil de leer. Una prueba de que puede leer un castellano hermoso, sin caer en la exageración. Te recuerda que en la sencillez hay belleza.

Luego leí Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen. Austen es una autora que mucha gente desprecia por considerar que sus historias son meros romances, para mujeres despechadas y obsesionadas con el amor romántico. En realidad son muchísimo más complejas, no sólo son el retrato de una sociedad inglesa, sus valores y el lugar que le daban a la mujer en aquella época. Es que bajo las tramas de las intrigas amorosas se aborda la cuestión humana.

Orgullo y Prejuicio es un libro que nos obliga a preguntarnos quién nos conduce en la vida. ¿Somos amos de nosotros mismos? ¿Somos capaces de romper un paradigma y cambiar de mentalidad?

A raíz de estas lecturas no sólo he pasado las horas más difíciles de un reposo que me obliga a estar quieta todo el día. He podido fugarme y llegar lejos de aquí con mi imaginación. He vuelto a pensar en el papel tan importante que los libros juegan, no sólo como refugio, sino como herramientas de libertad. Las sociedades libres lo son gracias a sus instituciones, a su coyuntura política, pero lo son también gracias a sus ciudadanos libres. La libertad se construye desde adentro. Desde lo más profundo. Se construye alimentando con herramientas lo que llamamos alma y las herramientas principales son los libros.

A veces esa libertad nos sirve para burlar las trampas que el destino pone en nuestro camino, como un pie lesionado y un reposo. Y a través de esa ventana nos fugamos al mundo. Otras es mucho más importante la fuga, nos lleva al terreno en que podemos buscar quiénes somos .

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