Por Borja Díez–Villanueva Togores
Afectuoso saludo a los colombianos, en cuya tierra trabajé felizmente durante cuatro años y a la que vuelvo con regularidad. Ya han elegido nuevo presidente, en decisión sobre la que los extranjeros no tenemos injerencia, aun siendo nuestra opinión distinta a la de las mayorías —cuya opción debe acatarse, faltaba más—.
Quiero compartirles algo de la experiencia española de los últimos años. El Sr. Petro ha dicho que su vicepresidenta Francia Márquez será ministra de Igualdad. Bien está. Cada jefe de gobierno decide las áreas de su administración y designa a sus responsables. El punto es que los colombianos deben saber que el nuevo presidente y su equipo están siendo asesorados por políticos españoles del partido Unidas Podemos, de extrema izquierda, una de cuyas cabezas es, precisamente, ministra de Igualdad en España. ¿Y esto qué tiene que ver? Pues que ese ministerio, lejos de cumplir su cometido misional, ha servido para hacer política electoralista, para crear divisiones donde no las había, para generar “guerras culturales”, para confrontar los modelos educativos libremente escogidos por los padres de familia.
Los ministerios de Igualdad quedan en un limbo competencial, pues se les asignan funciones que se solapan con las de otros ministerios, como los de Trabajo, Asuntos Sociales y, ante todo, Economía. Las ministras de Igualdad hacen anuncios todo el tiempo, prometen cosas que, al final, los demás ministros bloquean al constatar su inviabilidad. Y no estoy refiriéndome a los asuntos relativos a la eliminación de discriminación contra las mujeres, políticas que deben ser impulsadas por todos los entes gubernamentales, sino a iniciativas que responden a los afanes electorales de las corrientes partidistas que se adueñan de los resortes de esas “políticas de Igualdad”. Aquí en España lo único que han hecho es implantar un dañino sectarismo ideológico.