Cuando un vástago llega al entorno familiar no suele considerarse que, muy pronto, también él verá brotar a sus propios retoños porque la fuerza vital que todo lo preside avanza incesante y, más tarde que temprano, lo va cobijar; es cuando la existencia abre sus brazos generosos y, tras los nuevos alumbramientos, aparecen los nietos que posibilitan a los viejos volver a acariciar y reír en medio de amores. Por eso, esos duendecillos llegan a la vida para estremecer a los suyos y recordarles que cada...