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El mundo está a punto de despegar de nuevo. Al menos parte de él. Los países más desarrollados, donde el ritmo de vacunación ha cogido velocidad de crucero, toman ya posiciones para recuperar la vida como la conocíamos antes del virus chino. Por tanto, hay millones de personas dispuestas a comenzar a viajar y a retomar sus vidas pre-pandemia.
Prueba de ello es la celebración la pasada semana en Madrid de la 41 edición de la Feria Internacional de Turismo (Fitur), el primer gran evento global “presencial” en año y medio. Las reservas desde la relajación de las restricciones en toda Europa se están disparando y la competición por atraer al mayor número de turistas posible es brutal.
Basten como ejemplo las imágenes del pasado fin de semana en España, con miles de vehículos saliendo hacia los litorales del Mediterráneo, el Atlántico y el Cantábrico. El buen tiempo, el levantamiento del estado de alarma desde el pasado 9 de mayo y la positiva evolución de los datos epidemiológicos han dado como resultado la imagen de playas sin mascarillas, algo inaudito hasta ahora.
Aunque Reino Unido, el principal mercado emisor de turistas hacia España, aún desaconseja viajar fuera, nadie duda de que los británicos, que ya empiezan a llegar pese a tener que guardar aún cuarentena al regreso, inundarán las costas españolas como antes. Quizá la recuperación no sea completa, pero toda la Unión Europea levantará las restricciones sin necesidad de presentar PCR a todos los viajeros que hayan completado las dosis de vacunación desde el 7 de junio. También para China, EE.UU. y toda Iberoamérica. La intención del Gobierno español es recuperar hasta el 70 % del turismo de 2019, cuando entraron 84 millones de turistas extranjeros, récord hasta la fecha.
Mientras, las noticias que llegan de Colombia a esta parte del mundo son desalentadoras. Vemos en televisión las imágenes de un policía envuelto en llamas y anuncios de nuevas protestas. Cuando muchos europeos y norteamericanos planean su primera escapada vacacional, las autoridades colombianas se muestran incapaces de sofocar unas protestas que están perjudicando la imagen internacional del país y su marca como destino turístico.
Ahora que Colombia puede hacerle frente a México y a Cuba, destinos percibidos como más arriesgados en términos sanitarios como consecuencia de la epidemia, el país sigue inmolándose en una suerte de hara-kiri por unas cuitas y politiqueos de los que ya están hartos la mayoría de ustedes. La recuperación económica no va a llegar arrasando calles, carros y comercios. Mucho menos quemando a policías o disparando al bulto.
Por mucho que Procolombia trate de reflotar el turismo de cruceros y la flamante ministra del ramo, María Ximena Lombana, se disponga a arremangarse para captar visitantes, nadie optará por Colombia pudiéndose ir a República Dominicana. No mientras sigan a tortas.
Hago mías las palabras de la presidenta de la patronal turística Anato, Paula Cortés: “Es momento de unirnos como país. La invitación al diálogo abierto que ha hecho el Gobierno Nacional debe ser una oportunidad de participación del sector público y privado, para hallar juntos acuerdos que reúnan las opiniones de todos y nos beneficien”.
Y es que, a ser posible, los trapos sucios se lavan en casa, no se airean para que se entere todo el mundo
