A veces llegan noticias con hechos que reconfortan y permiten tener un poco de más esperanza para las generaciones futuras.
La Universidad CES se sumó a otras, como la de Antioquia, UPB e ITM que eliminaron los plásticos de un solo uso en sus sedes. Nada de vasos ni platos de icopor ni de plástico, asumiendo la sostenibilidad como esencia de su misión, dijo el rector Jorge Julián Osorio.
En pocos días regirá la prohibición de ingreso de plásticos de un solo uso a los Parques Nacionales Naturales y los espacios del patrimonio cultural, anunció el Ministerio del Medio Ambiente.
El Grupo de Hoteles Intercontinental, que tiene más de 5600 hoteles bajo marcas como Holiday Inn, Regent, Intercontinental, Kimpton y Crowne Plaza, anunció que desde 2021 eliminará los conocidos frascos de champú y otros productos de higiene que están a disposición de los huéspedes. Los sustituirá por dispensadores no desechables. Eso solo evitará el uso de 200 millones de frasquitos plásticos cada año.
Unilever Colombia lanzó una botella hecha con materia reciclada y así dejará de usar 78 toneladas de plástico virgen cada año.
Son acciones, pequeñas o grandes, que suman frente al enorme daño que están causando los distintos tipos de plástico en diversidad de ecosistemas.
Las cifras son aterradoras. Cada minuto se usan dos millones de bolsas plásticas en el mundo y cada año se emplean 500 000 millones de vasos plásticos.
Solo en Estados Unidos se emplean 500 millones de pitillos cada día.
A los océanos cada año caen más de ocho millones de toneladas de ese material. Un daño del que se tiene ya una noción importante. No es el caso de los ríos. Un estudio de la semana pasada en el journal Water, Air, and Spil Pollution mostró que a los 20 ríos más contaminados del mundo caían en 2015 más de un millón de toneladas de plástico, desde las 333 000 al Yangtzé a las 16 700 a la cloaca en que convertimos los colombianos al Magdalena.
La situación exige un compromiso de todos para frenar este desastre, evitando adquirir bebidas y alimentos en contenedores con esos materiales. Algunos pequeños negocios, como los expendios de café, hacen la transición, falta mucho más, en las grandes cadenas de almacenes y supermercados.
Pero reconforta ver cómo cada vez más empresas e instituciones se suman a la lucha contra la contaminación.
Maullido: da como rabiecita pagar impuestos para que vayan a parar a un grupo bancario.