Por Agostinho J. Almeida
Medellín ha demostrado al mundo durante décadas que es un ejemplo de resiliencia y cambio. La ciudad ha prosperado gracias a un tejido empresarial sólido y exitoso, universidades referentes en la región y la continuidad en las políticas públicas y estrategias de inversión de la administración local; además, la reconocida articulación entre Universidad-Empresa-Estado (UEE) y un ecosistema de ciencia, tecnología e innovación (CT+i) vibrante. Bajo el escenario covid-19 en que hemos vivido, la reacción de la ciudad ha sido otro ejemplo de las capacidades en CT+i, trabajo en equipo y solidaridad.
Sin embargo, la ciudad tal como el resto del mundo, enfrentará desafíos abrumadores durante al menos los próximos 6-12 meses: aumento del desempleo; transformación digital acelerada; escuelas, estudiantes y familias que se adaptan a clases remotas y requerimientos tecnológicos; o presión sin igual al sistema de salud. Sumado a esto, la crisis financiera mundial y el cierre de actividades económicas, tanto formales como informales. Medellín debe una vez más estar a la altura de las circunstancias y volver a adaptarse rápidamente, ya que el mundo ha sido catapultado 4-5 años hacia adelante en lo que respecta a la adopción de tecnología, pero el impacto social y la desigualdad, lamentablemente, han vuelto a valores de hace casi 20 años atrás.
Por lo tanto, simplemente esperar el final de esta pandemia y prepararse para la reactivación económica de diferentes sectores no es suficiente. Las universidades ya se están adaptando a una nueva operación e incluso modelo de negocio; pero es importante que repiensen también su foco de investigación y desarrollo ante los retos que vivimos, así como nuevas estrategias de talento y educación. El sector privado en diferentes industrias debe enfrentar desafíos sin precedentes que van desde el financiamiento, los problemas de la cadena de suministro, la baja productividad y la adopción de nuevas tecnologías con el riesgo de no seguir siendo competitivos a nivel nacional o internacional. Específicamente, las Pyme que actualmente luchan por la reactivación económica, deberán adaptarse a la transformación digital o nuevos retos de mercado a un ritmo para el que quizás no estén listas. Y el sector público deberá seguir implementando capacidades digitales para garantizar los servicios básicos y la calidad de vida de los ciudadanos, pero con una mirada hacia el futuro y construyendo los pilares fundamentales para una sociedad justa, productiva y competitiva y una ciudad cada vez más inteligente.
Ha llegado la hora de tomar decisiones difíciles, pero contundentes si queremos un impacto cada vez más exponencial. El plan CT+i de la ciudad termina en 2021 y su actualización basado en los retos del presente y futuro será crucial para el desarrollo económico de la ciudad. Instituciones como la Corporación Ruta N o el Comité UEE, indiscutiblemente piezas claves del rompecabezas del ecosistema, también se deben seguir adaptando a esta nueva realidad. Desde la generación de espacios de discusión o la definición colectiva de estrategias integrales de CT+i para la ciudad y región, más que nunca se necesita este tipo de organizaciones: capaces de ejecutar un plan sólido basado en un enfoque estratégico claro, mientras toma decisiones audaces y asume ciertos riesgos desde la CT+i que otras instituciones no pueden.