Votaré por el candidato que, al menos en estos seis puntos, hable así:
Primero: no les prometo nada, solo puedo declarar intenciones. Y no puedo hacerlo porque, cuando esté allá, tendré que tantear qué me permiten hacer la maquinaria burocrática y los carteles de contratación. Segundo: de una vez establezco que no haré propaganda sobre mi persona ni sobre mi gestión, pues no estoy pensando en este cargo como vitrina para llegar a la presidencia de la República, a otro cargo más alto o alguno por votación popular. Tercero: trataré de poner orden en el caos, asunto que proclamo como intención y no como promesa, pues una ciudad acostumbrada a vivir sin el respeto a las normas mínimas de tránsito o espacio público, que es el lugar donde se demuestra la civilidad y la capacidad para vivir en sociedad, es muy difícil que algún gobernante pueda cambiar hábitos que no se aprendieron desde la casa. Cuarto: no les puedo prometer que bajaré los índices de inseguridad, porque: A) La violencia intrafamiliar se podría combatir: o con más y mejor empleo, pero eso no estará en mis manos al ciento por ciento; o tratando de reducir los niveles de alcoholismo, pero como la salud y la educación dependen de los impuestos al licor, ya comprenderán que no podemos atacar de frente ese flagelo; B) El atraco callejero: no puedo poner un policía en cada esquina ni lograr impedir que estén mirando el celular todo el tiempo mientras prestan servicio; C) Los homicidios: es imposible impedir el enfrentamiento entre estructuras criminales, porque el Estado no tiene el control sobre ellas. Quinto: no podré descongestionar las calles: ningún burgomaestre tendrá el suficiente poder para dictar medidas que los comerciantes no aprueben, recuerden que el comercio manda en esta ciudad. Y sexto: no podré rebajar la polución ambiental: las fuentes móviles son las más contaminantes, pero: A) muchos de ustedes hacen chanchullo con la revisión técnico-mecánica y B) muy pocos han sido capaces, hasta ahora, de dejar el carro y usar el transporte público. Y entiendo que no lo hagan, porque el transporte público de buses y taxis está en manos de empresas privadas que no entienden lo que significa un “servicio” público: para ellos es un negocio. Por eso no tendré la cara para obligarlos a usar ese tipo de transporte público.