Pueden ser muchas las razones que llevan a un ciudadano de un país a abandonarlo. Mientas algunos lo hacen por motivos políticos, muchos solo quieren buscar un mejor destino para sus familias y migran a países ricos para lograrlo. Las remesas que, una vez insertado en el mercado laboral, envía ese trabajador a su país de origen son hoy en día una parte muy importante de las transferencias de dinero entre países.
Según datos del Banco Mundial, en el mundo había en 2017 unos 258 millones de migrantes, cifra que, para hacerse una idea, es mayor que la población de un país del tamaño de Brasil (209 millones de habitantes). Esos migrantes enviaron a sus familias 529 mil millones de dólares, el tamaño del PIB de una gran economía como Reino Unido. Recientemente las remesas crecieron en todo el mundo, pero especialmente en Europa y Asia Central y del sur. La causa fue una buena economía en Estados Unidos, en los países del golfo y la federación rusa.
En los últimos años crecieron mucho las remesas que entraron a Colombia, con una dinámica que se explica porque los colombianos empezaron a migrar hacia destinos distintos a los tradicionales (Estados Unidos y Europa) y tomaron el camino hacia el sur (Argentina y Chile) o México y Canadá. Un estudio de un grupo de investigadores del Banco de la República (Borradores de Economía 1066, Migración internacional y determinantes de las remesas de trabajadores en Colombia), se preocupa por examinar los efectos que tiene para el país la llegada de esas remesas.
Existe un efecto positivo sobre la cuentas macroeconómicas. Entre 2014 y 2016 las remesas contribuyeron a reducir el déficit externo del país, pues al fin y al cabo representan el 1,7 % del PIB y el 9 % de los ingresos corrientes de la balanza de pagos. En el estudio se muestran algunos efectos al nivel microeconómico. Es muy interesante constatar, con buena información, que las remesas llegan en Colombia a una población muy pobre que en 2017 recibió en promedio cerca de 300 dólares por esa razón. Un complemento del ingreso que apenas sirve para cubrir los gastos corrientes del hogar y que no deja la posibilidad de constituir un ahorro.
Sería interesante indagar más sobre la suerte de las familias que reciben las remesas y conocer sus características, su composición, sus atributos. Es un poco decepcionante el resultado de que un ingreso extra y bastante estable no cambie la suerte de las personas que lo reciben y sigan sumidas en la pobreza. Los migrantes prosperan y logran mantener el envío de dinero pero para las familias que se quedaron no se hace la diferencia, lo que es sorprendente.
Seguramente habrá cosas que modificar para que las familias receptoras de las remesas las puedan aprovechar mejor. Un cambio definitivo es reducir los costos de envío y bancarizar a las familias para poderlas asesorar en los manejos de los recursos y mejorarles la seguridad.