La movilidad en Medellín se está convirtiendo en un verdadero caos. Lugares donde antes se llegaba en quince minutos, ahora fácilmente se demora una hora. Hay que hacer algo y, para ese algo, se me ocurre plantear unos puntos que pienso pueden ayudar de alguna manera.
Las causas de este caos son fáciles de detectar y, una vez detectadas, fáciles de solucionar. En la ciudad hay zonas extensas con calles y carreras que forman manzanas en forma rectangular. Esas vías son todas de doble sentido, estrechas y los vehículos estacionan a ambos lados. Dejan un sólo carril para el paso de los carros y, cuando se encuentran dos se forma el caos, se paraliza el tráfico. Esas vías se deben poner de un solo sentido en forma alternada, una hacia el oriente y la siguiente hacia el occidente. Las carreras, una hacia el norte y la siguiente hacia el sur. Nunca ocurrirá que se encuentren dos vehículos de frente.
Otro punto que ayuda a producir el caos del tráfico en la ciudad es la ausencia de la autoridad. No se encuentra un solo guarda azul en las calles organizando la circulación de los vehículos, he estado tentado en ofrecer un gran premio al conductor que, en un recorrido por la ciudad, encuentre un guarda de tránsito. Se les entregó toda la responsabilidad del cuidado de la movilidad a las cámaras. Esas cámaras son útiles para sancionar a los infractores, pero no educan, no organizan, además de que los conductores saben dónde están y se cuidan para no infringir las normas de tránsito. Son los agentes de tránsito quienes tienen que estar en los cruces de las calles para organizar, para evitar el taponamiento de los cruces, para evitar el estacionamiento en las vías de alto movimiento. Creo que deben estar en las calles, pero sin pito porque le entregan la autoridad a este aparatico. Son ellos, los guardas, quienes pueden enseñar e indicar, no el pito.
Otro problema notorio, pero solucionable, son los buses. Estos sí que no cumplen ninguna de las normas del trasporte público. Paran en cualquier parte para recoger o dejar pasajeros. Para eso están los paraderos de buses. Cuando paran en una zona autorizada, allí se quedan mientras llega el bus que lo precede, llamado el arriero. Es una costumbre absurda como absurdo es el argumento de que, como el pago es por el número de usuarios transportados, esperan hasta lo último el pasajero que va a llegar. Mientras tanto, el bus anterior está recogiendo el pasajero de más adelante que le correspondería al primero. También, como no hay autoridad presente, se toman todos los carriles de las vías, cuando sólo están autorizados para los dos de la derecha.
Estos temas técnicos son aburridores para tratar en un artículo de prensa, lo reconozco, pero es más aburridor esperar en un carro que se mueva el tráfico porque no se ha aplicado la disciplina.
En una comunidad sin disciplina, hay que recordarle a la autoridad que aplique las medidas necesarias para conseguir una verdadera organización