Por Santiago Bedoya Arias
Universidad Eafit
Administración de negocios, semestre 6
stgbedoya@hotmail.com
A comienzos de este año, el gobierno de Iván Duque incrementó el gasto para la erradicación forzada de cultivos ilícitos, lo que ha dejado sus frutos. Para junio, la cantidad de cultivos erradicados aumentó en un 27%, en comparación al mismo mes del año pasado.
Sin embargo, no todo es de celebrar: la actual administración ha descuidado el Programa Nacional Integral de Sustitución Voluntaria de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS). En el ultimo informe sobre el monitoreo y verificación del compromiso del programa mencionado, emitido por la Unodc (sigla en inglés de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) pone en evidencia el incumplimiento por parte del Gobierno en la mayoría de los puntos establecidos en el contrato firmado con casi 100 mil familias.
Esto resulta vergonzoso si se tiene en cuenta que este programa -punto clave para el acuerdo de paz alcanzado por el Gobierno Nacional y las Farc- ha ayudado a erradicar casi 35.000 hectáreas de las 200 mil que se calcula que existen; y, además, se sabe que el porcentaje de replantación es tan solo del 0,6 % cuando se erradica de forma voluntaria, comparada con un 35 % cuando se hace por medios convencionales (glifosato y erradicación manual).
No se logrará nada si se obliga a los campesinos a dejar de sembrar coca. Los lugares con mayor ausencia del Estado coinciden con los de mayor número de cultivos ilícitos. Estas comunidades no poseen buenas carreteras, generando así altos costos de transporte; no tienen acceso a préstamos bancarios lo que dificulta crear nuevos negocios, y mucho menos se les garantiza seguridad a sus habitantes. Aunque un ciudadano del campo lo desee, es poco probable que encuentre otra actividad que le genere los suficientes ingresos para vivir y mantener a su familia.
Sin un gobierno que invierta en infraestructura pública ni que se preocupe por conectar estos sectores con el resto del país, es casi imposible que estas comunidades desarrollen una ventaja comparativa en productos agrícolas. Simplemente con las condiciones actuales no pueden competir en el mercado, dejándole al campesino como única opción volver a los cultivos de coca.
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