En las últimas semanas hemos visto el vergonzoso y doloroso episodio de como en Colombia actúa una red de corrupción tan poderosa y profunda que, de manera directa o por interpuestas personas desde las cárceles, y con complicidad de otros, reinciden en sus actos, a tal punto que pareciera que estuviéramos perdiendo la batalla. Es tan profundo el problema que no se vislumbran posibles soluciones, y, lo peor, con la sociedad como gran perdedora.
Siempre he considerado que lo público es sagrado. La responsabilidad de manejar recursos de miles de contribuyentes para invertirlos en programas y proyectos que generen bienestar, progreso y desarrollo es tal vez una de las experiencias más satisfactorias para quienes hemos trabajado en este sector. La dignidad de ocupar un cargo subyace en ser depositario de la confianza de cientos de miles de personas que trabajan para recibir un salario y pagar sus impuestos al Estado o aportes a diferentes instituciones, como las cajas de compensación, con la idea de que estos recursos se inviertan con transparencia para el bienestar de todos. Preocupa la desconexión que estamos teniendo de lo público o público-privado a tal punto que pareciera que poco importara en dónde terminan los aportes que pagamos.
Reconociendo la voz que le ha dado la tecnología a millones de personas a través de las redes sociales, hoy más que nunca tenemos la oportunidad de amplificar mensajes, denuncias, inquietudes a través de un activismo digital que de manera respetuosa y argumentativa exija claridad de dónde se invierten los dineros públicos y lo que pagamos mes a mes como empresarios y ciudadanos contribuyentes. Tiene todo el sentido aumentar el activismo responsable en redes sociales que ayude a poner la lupa en situaciones anómalas y que tal vez un solo auditor no alcanzaría a identificar.
Qué tal utilizar la inteligencia artificial en los entes de control y que éstos publiquen a través de datos abiertos no solo las vacantes, sino también las ofertas contractuales y la entrega de obras para que la ciudadanía esté más enterada. Es decir, para que se realicen análisis comparativos de los contratos públicos y determinar de manera rápida si puede haber sobrecostos, mayores cantidades de obra, tiempos promedio de ejecuciones en obras similares y así mejorar la efectividad de los entes de control.
Hoy día, muchos colombianos tenemos un sentimiento de impotencia de ver como día a día se roban lo que tanto nos cuesta a todos en cuanto sociedad, a tal punto que en toda reunión que se participa se habla de casos de corrupción, vemos semanalmente noticias en los medios y quedamos con la sensación de que las autoridades y entes de control no lograrán avanzar con contundencia.
El poder de la ciudadanía es determinante, nada mejor que un grupo de ciudadanos organizados por sector para rodear, pero a la vez señalar posibles casos de corrupción con evidencias
El sector público es por excelencia el centro de la redistribución de los ingresos, nada más gratificante que pagar impuestos cuando estos se ven reflejados en desarrollo y oportunidades para las mayorías más necesitadas. Me niego a perder la confianza, entusiasma ver cómo algunas voces sensatas y valerosas denuncian y logran presión social para ver si algún día vemos más luz al final del túnel