Por Liliana Villalba W. - opinion@elcolombiano.com.co
Uno de los argumentos de Vladímir Putin para invadir y destruir Ucrania, asesinando a centenares de personas inermes, es que hay que “desnazificar” ese país. Y lo dice a sabiendas de que el presidente ucraniano no solo es judío, sino que varios de sus familiares fueron exterminados en campos de concentración nazi.
Hace unos días, el candidato presidencial Gustavo Petro tachó de “neonazi” a un ciudadano que escribió una columna opinando sobre algunas de sus propuestas, que considera no solo inconvenientes, sino peligrosas. Quien escribió la columna de opinión también es un ciudadano judío.|
En su trayectoria, Petro ha calificado repetidamente a quienes lo contradicen de “mafiosos” o “fachistas” (así pronunciado). Si quien no está de acuerdo con sus tesis es un “fascista”, eso significa que, prácticamente, se ubica fuera del sistema democrático y que en un gobierno petrista será blanco legítimo de exclusión, represión, coacción o incluso cárcel.
Si alguien ahora quiere pasar un rato desagradable, revise el Twitter del senador petrista Gustavo Bolívar: insultos, acusaciones, vituperios, ofensas, rencores, ira contra un sistema que lo ha hecho millonario. El talante que muestran ante contradictores y opositores es pavoroso.
No sé si alcanzaremos a ver los lamentos y arrepentimientos de quienes hoy adhieren y alaban a quienes, bajo un discurso que repite la palabra “democracia” en todo momento, ocultan un espíritu dogmático y totalitario
