Por Alejandra Estupiñán C.
Universidad Nacional de Colombia.
F. Ingeniería Civil. Segundo semestre.
aestupinan@unal.edu.co
Nuestros hogares no son más que ladrillos sobre ladrillo sin una pizca de acero. El 50 % de las viviendas en Medellín están hechas bajo el sistema estructural de mampostería, hogares que ante actividad sísmica podrían caer.
En adición, otro 20 % de las viviendas no cumplen las normas de sismorresistencia, ya sea por procesos inadecuados de construcción, personas no capacitadas o materiales de construcción de baja calidad.
Como resultado tenemos que el 70 % de los 700.000 hogares en Medellín no son sismorresistentes. No estamos preparados para tal desastre natural, hecho altamente preocupante teniendo en cuenta que Medellín posee una cercanía al anillo de fuego o choque entre las placas Sudamericana y Nazca, que clasifican a la ciudad como zona de riesgo intermedio. Como zonas de amenaza más cercanas se tiene el sistema de fallas Romeral que limita con el noroccidente del Valle de Aburrá, y el sistema de fallas asociados al cañón del río Cauca, al Occidente del departamento.
En la zona norte de la ciudad se encuentra la mayor concentración de habitantes y la mayor concentración de construcciones de mampostería. Los barrios con mayor densidad poblacional como los que conforman la comuna Santa Cruz, poseen entre 60.000 y 75.000 habitantes por kilómetro cuadrado y del 80 % al 100 % del área construida es bajo dicho sistema estructural.
Cuando se habla de código de sismorresistencia, no se puede asumir que las viviendas que se acogen a las normas no sufrirán daños, lo que garantiza la norma es que las estructuras no colapsarán y la posibilidad de supervivencia de sus habitantes será mayor. El área metropolitana posee muchas clases de suelos, desde arenosos hasta rocosos, pero en su mayoría son terrenos de suelos blandos que permiten la fácil propagación de las ondas sísmicas.
La ciudad debe reforzar las estructuras no avaladas, ser estrictos con respecto al cumplimiento de las normas a la hora de aprobar una construcción, y crear normas locales que se acojan a los tipos de suelos, a la topografía y a las condiciones hidrológicas de la ciudad. Podemos evitar una tragedia más que evidente, lo que se necesita es voluntad política .