No, ya no basta con decir que todo cambiará tras la pandemia ni que no hay que acabar la naturaleza porque podría surgir otro virus. La situación es más preocupante, atizada por gobiernos que fingen actuar o de frente alientan la destrucción de nuestro mundo.
Parece que las cifras no conmueven. Que son datos sin sentido de investigaciones ociosas o informes de prensa para llenar espacio.
Tal vez hay más de qué preocuparse que de las 500 especies de vertebrados con menos de 1000 individuos o del millón de especies en peligro, muchas vitales para nuestra subsistencia. Tal vez sean lejanos los terribles incendios en la Amazonia brasileña y las 75 000 hectáreas que perdió la colombiana este año.
Y el derretimiento del Ártico y la Antártida suenan como algo lejano que afectará icónicos pingüinos. O que un grado de temperatura más, qué problemas causará.
Puede ser, pero no se puede callar que en mayo la concentración de CO2 en la atmósfera llegó a 417,1 partes por millón (moléculas de ese gas), 2 más que en 2019 y la última vez que hubo tanto CO2 en la atmósfera fue hace tres millones de años, cuando la temperatura era 2 a 3 grados más alta que hoy, el nivel del mar 25 metros más elevado y no había hielo en el Ártico. CO2 básicamente por acción humana. (Vamos camino a 3° C más a fines de siglo y lo lamentarán quienes hoy están naciendo).
Y hay que decir que mayo fue el más cálido de 140 años de registros y 2020 se encamina a ser el más caliente, con déficit de agua en todos los continentes.
Además, que hubo un día con tanto calor al norte del Círculo Ártico en junio como nunca lo ha tenido Miami el mismo mes. En Verkhoyansk, Siberia, vivieron un día a 38° C, la temperatura más alta en la historia de la región, que no se esperaba antes de 2100. Es una de las poblaciones más frías, con -51° C el invierno pasado.
Tampoco pinta mejor la pospandemia. En abril las emisiones estuvieron 17 % más bajas que en ese mes de 2019, pero a mediados de junio solo 5 %. Con la reapertura aumentaron.
“Sin grandes cambios estructurales, las emisiones probablemente regresarán”, afirma Corinne Le Quéré, investigadora de la Universidad East Anglia.
No, estos no son datos fríos. Son alertas en el camino hacia una catástrofe. ¿Importan?
Maullido: quieren convertir a EPM en una revueltería.