Claro que sirve reciclar, usar menos plástico, ser racional con el uso del agua y la electricidad. Si siembra uno o más árboles no cae nada mal. Pero no es el asunto central del calentamiento global ni del cambio climático.
Días de crisis amazónica que tantos sentimientos ha despertado. Sembratones por doquier, mea culpa de muchos y reiteradas acusaciones: se queja por el Amazonas, esgrimen, pero consume carne o usa vehículo a gasolina.
Nadie es totalmente coherente en el tema ambiental ni en otros asuntos. Es inherente a nuestra condición. También es imposible abstraernos del mundo actual con sus vertiginosos avances e infinidad de artículos que pronto quedan obsoletos (así nos los venden) aunque han mejorado mucho el nivel de vida. Así que olvidémonos de los pecados individuales.
Son más enormes los pecados de grandes empresas y gobiernos. La extracción y uso de combustibles fósiles genera más de la mitad de los gases que calientan nuestra atmósfera. E imposible ocultar el aporte de ganaderos con su expansión desenfrenada de tierras a costa de la selva. Solo dos ejemplos.
Hay pecadores mucho más grandes que responden por la mayor parte de la crisis climática. Con ellos colaboran gobiernos cómplices con la destrucción de la riqueza natural, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Por acción y omisión.
Maneras eficaces de contribuir con el bienestar del planeta son el activismo y las acciones contra los grandes depredadores. Aportan muchísimo más que pequeñas acciones individuales, que siempre serán importantes. Por eso protestar y exigir decisiones judiciales u oficiales por el posible uso del fracking, o la galopante polución atmosférica del Aburrá, etc.
Como dice Sebastián Lalinde, autor del ‘Elogio a la Bulla: protesta y democracia’, “la protesta en esencia incomoda, pero no podemos olvidar que casi todos los derechos que tenemos hoy se ganaron en la calle, por personas que salieron a exigir”.
En otros países industrias petroleras son enjuiciadas por contribuir al deterioro planetario y hasta empresas por envenenar la gente. No hay remplazo completo para las energías sucias que mueven al mundo, pero se puede obligar un menor uso. Algunas tienen alternativas.
No se queje ni confunda ni se sienta culpable por una bombilla más. La gran industria y los gobiernos nos hacen creer que somos los causantes del calentamiento global y que debemos cambiar mientras ellos prosiguen con sus ‘business as usual’.
Sí que son necesarias la protesta y la presión social.
Maullido: qué pobreza de debate electoral en Medellín y Antioquia.