En la prensa mundial se publican con gran frecuencia artículos con el título y el tema del presente comentario. Robert D. Kaplan es el autor para el resumen a continuación. Al final acompaño la dirección del documento original.
Comienza nuestro autor su artículo afirmando que “China será un adversario más formidable de lo que alguna vez fue Rusia”. El futuro ha llegado con los jaqueos interminables de China a los archivos del Pentágono. Ha llegado con la creciente capacidad tecnológica de los chinos para alcanzar a los Estados Unidos y sobrepasarlos, quizá, en las redes 5G. El Pentágono nunca va a cooperar con el Valle del Silicón en el grado en que el gobierno de China S.A. coopera con su sector tecnológico.
Las pugnas se dan en numerosos frentes. Desde hace décadas pretende China impedir la presencia de los buques estadounidenses, tanto los comerciales como los de guerra, en el mar de China meridional. En el otoño pasado, China impidió el ingreso a Hong Kong de un grupo de barcos estadounidenses de asalto.
Durante años han visto con tolerancia los EE.UU. y sus empresarios el desarrollo chino. Pero esta tolerancia ha comenzado a cambiar por culpa de la autoridad absoluta que ejerce hoy Xi Jinping, la cual se observa en su gobierno nombrado de por vida, en su culto a la personalidad, en el control del uso de Internet sobre sus ciudadanos. Xi esclavizó a cerca de un millón de musulmanes de la etnia Uighur en campos de concentración.
La tecnología aumentará el conflicto en lugar de aliviarlo. Con un clic de computadora es posible, por primera vez en la historia, ingresar a las redes militares tanto de los unos como de los otros. El océano Pacífico ya no es la gran barrera que alguna vez fue.
Las diferencias comerciales recientes, causadas por los aranceles de Trump a las importaciones de otros países, constituyen un punto de contacto entre republicanos y demócratas frente al modo como negocia China: No respetan ellos la propiedad intelectual; adquieren tecnología participando en empresas conjuntas y luego les montan la competencia en empresas aparte, totalmente chinas. Los límites confusos entre el sector público y el privado se prestan para darles grandes ventajas a las empresas chinas. Manipulan sus monedas para establecer competencias desleales.
Las diferencias filosóficas entre los americanos y los chinos son hoy tan grandes como eran las diferencias entre la democracia americana y el comunismo soviético. La buena noticia es que muy posiblemente, tales diferencias, no nos llevarán a una guerra sangrienta. La mala noticia es que sí podrían conducirnos a esta.
En consecuencia, las conversaciones de Trump con China no podrán modificar casi ninguna de las diferencias descritas. China tan solo podrá ajustar su modelo en forma marginal. Para leer el artículo completo, digitar en Google: A new cold war has begun. Foreign Policy.