Mientras unos proclaman al mundo la inauguración del túnel más largo de Latinoamérica a otros, semejante logro, no les dice nada, pues en la misma ciudad y durante los mismos días asesinaron a tres menores de edad con tal sevicia, que contradice la imagen de modernidad y civilización que proyecta la mega obra de cemento.
Algo muy grave y muy hondo está fallando. No hay que dejar de hacer las obras, pero hay que invertir más en el valor de la vida. A estas alturas de la administración, me imagino que en el balance interior de los funcionarios sabrán que las fuerzas que asedian a nuestra querida Medellín necesitan más que una persecución directa contra los cabecillas; y que tantas batallas que les ganaron a esos malosos, atrapándolos, no sirvieron para, al final del mandato, entregarles a los medellinenses una ciudad más segura, como querían.
Yo, sinceramente, preferiría una ciudad donde todos pudiéramos sentirnos seguros y confiados, aunque no tuviéramos obras con las que cacarear al mundo. ¿Quién se siente tranquilo con sus hijos en la calle? ¿Quién se siente seguro cuando se detiene en un semáforo? ¿Quién va confiado cuando camina en la calle con el PC en el morral? ¿Por qué la mayoría se siente más segura usando uber? No nos engañemos: ni más policías ni más cámaras ni más tecnología reducen la inseguridad ni la sensación de inseguridad. Y esa, ya no puede seguir siendo campaña electoral. No se trata de detener o abatir a los delincuentes: las cárceles están sobrepobladas, hasta las estaciones de Policía padecen hacinamiento, y afuera la inseguridad es la misma.
Estamos en medio de una paradoja insalvable: mientras los municipios alrededor carezcan de oportunidades dignas de progreso y futuro, muchos querrán venir a vivir del ponqué que les ofrece la imponente ciudad y traerán sus problemas y traumas, sus miserias y carencias, sus miedos y rabias, y los descargarán aquí. Mientras tengamos que estar solucionando problemas ajenos, no lograremos solucionar los propios.
La ciudad no puede densificarse más. Muchas ciudades europeas controlan el número de foráneos generando calidad de vida en los pequeños municipios, así la gente no se ve obligada a vivir en una sola ciudad. Hagamos, de las ocho capitales de las subregiones de Antioquia, ocho medellines. No invirtamos toda la plata en un solo ponqué. Podría estallar.