Como ciudadano y suscriptor de este periódico he leído con gran indignación las columnas de Juan José Hoyos de los últimos domingos (mayo 16 y 23) en donde refleja su aversión y odio hacia las Fuerzas Armadas, tildándolos de tiranos y responsables de la violencia, del vandalismo actual y de los muertos y heridos que ha dejado esta hecatombe del populismo. Pareciera que toda la culpa fuera de los agentes del Estado, y no de quienes los atacan. Como si olvidara que ellos son seres humanos, hijos, padres y ciudadanos como cualquiera de nosotros.
La Fuerza Pública responde por mandato de la Constitución y de la Ley a las violentas manifestaciones de estos muchachos. Son muchos más los agentes de la fuerza pública que han resultado heridos en estas confrontaciones que los civiles (léase vándalos). ¿Ha averiguado qué ha pasado antes de que un miembro de las FF.AA. responda a un ataque y por qué lo hace?
Óscar Jaime Velásquez Gaviria, Pediatra y Puericultor, Profesor titular Universidad de Antioquia
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En la columna de Ramiro Velásquez G. (28/05/2021), manifiesta abiertamente su odio y separación de clases y se cree con derecho a decirnos que “nos sentimos más que los demás” y que nos molesta lo que otros hacen, cómo piensan y se expresan, y remata: “tal vez se consideran gente de bien”. ¿Qué es para él gente de bien? Tal parece que él no lo es. El mural pintado por los que él llama “jóvenes que han participado en las marchas del paro” desconoce, primero, que la marcha no pasaba por allí, y segundo, que esos jóvenes fueron a pintar un mensaje de odio que a él le parece muy normal y que lo debemos aceptar para que todos quepamos en la misma Colombia. Pues no, el mensaje explícita e implícitamente no invitaba a la paz ni a la reconciliación.
Vale recordarle que los derechos de todos terminan donde empiezan los de los demás
Yolanda Ruiz Londoño