Conocer una unidad de cuidados intensivos neonatal me hizo aterrizar de barriga frente a la ardua tarea que para algunos significa vivir: Los niños que por diversas razones nacen antes de tiempo o en condiciones de salud vulnerables, y las dificultades que esta eventualidad implica para ellos y sus familias.
En la Unidad Neonatal Nuestra Señora de la Candelaria, de la Clínica Universitaria Bolivariana, luego de un encuentro de “prematuros egresados” para evaluar su condición, encontraron que varios de los que habían sido llevados para áreas rurales habían muerto y diecinueve bebés habían sido abandonados en la Unidad. Aunque la atención médica era excelente, algo no estaba funcionando. Entonces salió a relucir una palabra mágica: “Vínculo”, y desde la psicología les dieron la respuesta: El vínculo no se forma por el cordón umbilical ni por el hecho de haber estado en el vientre materno, sino oliendo, sobando, probando, hablando, oyendo y viendo. De hecho, los que mejor estaban habían contado con acompañamiento familiar y lactancia de tiempo completo. Habían creado el vínculo. Indagando por qué no se lograba con todos, apareció la falta de recursos, que entre nosotros es como un broche pegado de la ropa: Muchas de las madres tenían que trabajar, no tenían con quién dejar sus otros hijos o no tenían pasajes para ir todos los días. Incluso algunas venían de pueblos o ciudades lejanas y dormían en las bancas de la clínica durante largos meses.
Esta realidad fue una cachetada social para monseñor Luis Fernando Rodríguez, a la sazón rector de la Universidad Pontificia Bolivariana, que no dudó en tomar una decisión: Si esos niños estaban en la clínica institucional, las familias no podían ser abandonadas. Y así nació la Fundación Milagros de Vida, con una misión clara: acompañar y capacitar integralmente las familias de los bebés que nacen prematuros o en condiciones de salud vulnerables, y que son atendidos en la Unidad Neonatal de la CUB, donde llegan pacientes de Antioquia, del resto del país y del exterior.
Y, como suele suceder con las entidades sin ánimo de lucro que lo dan todo por amor, por compasión y por solidaridad, pelan cocos con las uñas. Porque no crean, aunque tenga el apellido UPB, cuesta, y mucho, propiciar espacios de acompañamiento y orientación familiar con todas las especialidades a su servicio, entregarles ajuares, subsidios de transporte, alimentación y hogares de paso, hasta que emprenden el camino a casa. También reciben auxilios funerarios cuando toca, lamentablemente.
La Fundación y muchas de las familias no son autosostenibles. En consecuencia, procedo a chalequearlos: Se necesitan pañales etapa 0, 1, 2 y 3; pañitos húmedos, crema antipañalitis y ropa para niños entre 0 y 3 meses, que puede ser nueva o usada en buen estado, (cualquier información adicional, en el teléfono 354 84 32). Pero si lo suyo es la plata, en la cuenta de ahorros Bancolombia 40969511381, a nombre de Fundación Milagros de Vida, se reciben sus aportes, para seguir ayudando a estos pequeños que, desde una incubadora, luchan por el don maravilloso de la vida. ¿Nos vinculamos? Gracias, de corazón .