No es raro que el que más grita o influencia tiene imponga su parecer. No es escaso que la ignorancia le gane al conocimiento por esa y más razones.
¿Para qué misión de sabios con tanto sabihondo? ¿Es posible crear -porque no existe- un buen sistema nacional de ciencia, fortalecido, con músculo intelectual y económico en un país donde la educación brilla por la baja calidad general y la escasa cobertura? ¿En uno donde los intereses se anteponen a la razón?
Muchos ejemplos de decisiones tomadas por encima de las conclusiones no de uno sino de varios estudios científicos. Y aunque los 43 sabios comisionados por el Gobierno Nacional para aportar a la construcción e implementación de la política pública en educación, ciencia, tecnología e innovación con seguridad son grandes referentes en sus campos, nada asegura que sus recomendaciones sean tenidas en cuenta.
Los intereses en juego son otros. Por ejemplo: bajísimo nivel intelectual mostraron los defensores por parte del gobierno sobre el glifosato. No conocían ni costos ni cómo se afectan los organismos. Y pese a ello, piden usarlo.
Tras los problemas generados por Hidroituango, grupos de investigación de universidades como la de Antioquia presentaron estudios sobre cómo el represamiento de un río afecta la vida abajo. Temas ignorados porque se trata de un asunto de muchos pesos.
Ni una sola voz de la academia ha respaldado el proyecto de navegabilidad del río Magdalena: los estudios que hay dicen que es inconveniente lo que se hará. Faltan muchas investigaciones más .
Todavía en Medellín y el Valle de Aburrá los administradores no creen que la contaminación del aire enferme o mate. No lo admiten, en un tema que tiene decenas de estudios en el mundo que relacionan el aire sucio con no una sino cada vez más enfermedades y los organismos mundiales de salud manejan cifras de mortalidad.
Se observa también en el fracking: siguen las dudas .
Y no hablemos de otras decisiones como negar la incidencia de las bebidas azucaradas en la epidemia de obesidad nacional.
En todos estos temas pesan más factores políticos, económicos e intereses sectoriales e individuales, reforzados por periodistas de muy bajo nivel de conocimiento.
La Misión es para recomendar políticas. Difícil que si se aprueba se sigan. Con tanto sabihondo de por medio, ¿para qué sabios? ¿Una frustración más? ¿Contentillo?.