Vivimos en una ciudad muy bonita, pero muy contaminada. Y no me refiero solo al aire que respiramos. La Secretaría de Seguridad identificó que, en las zonas de condiciones socioeconómicas difíciles, donde tienen que elegir si desayunan, almuerzan o comen porque lo único que abunda es la escasez, habitan cerca de sesenta mil jóvenes en riesgo de ser reclutados por las bandas criminales. De esos, se calcula que el 5 % ya están vinculados a los combos y han cometido algún delito. ¿Qué hacer por ellos, distinto a dejarlos abandonados a su suerte? ¿Cómo mostrarles que la ciudad los quiere, los incluye y los necesita?
Como respuesta nació Parceros, una estrategia de la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía de Medellín que, puerta a puerta, buscó a los jóvenes en alto riesgo para invitarlos a hacer parte de un mundo mejor, lejos de la ilegalidad. 1.080 (y contando) dijeron sí, acepto, y empezaron a formarse en habilidades y herramientas que les permiten fortalecer y crear estilos de vida saludable, manejo de problemas y conflictos, comunicación asertiva, relaciones interpersonales, toma de decisiones, empatía, autoconocimiento, pensamiento creativo, manejo de las emociones y sentimientos, tensiones y estrés. Cuentan con acompañamiento y seguimiento personalizados de los gestores, entre trabajadores sociales y psicólogos con experiencia en trabajo comunitario y terapia psicosocial, que ejercen una especie de padrinazgo y se vuelven casi el ángel de la guarda de los muchachos: No los desamparan ni de noche ni de día, los ayudan a encontrar respuestas, proyectos, caminos y resultados para que no flaqueen.
Parcero entre nosotros es un amigo, un compañero de todos los días con el que compartimos hasta los sueños, y eso es lo que se vuelven los unos y los otros, un nudo imposible de soltar gracias al que pueden salir triunfadores de los embates de la ilegalidad, que no son pocos, para acceder a oportunidades reales de estudio, trabajo y emprendimiento. La primera cohorte son 284 jóvenes y adolescentes que decidieron cambiar sus vidas, aceptar nuevos retos y confiar en la institucionalidad para mirar hacia el futuro. Muchos han vuelto a estudiar, hay otros trabajando y algunos se estrenan como emprendedores. Pero sin duda, uno de los logros más importantes es que pueden dar un parte de tranquilidad a sus familias, que tanto sufrían por ellos: Han cambiado de la fachada para adentro, la verdadera transformación que nuestra sociedad necesita.
Duván Camilo Mesa, uno de los recién graduados, reconoce en el programa “una nueva forma de alcanzar los sueños”, porque descubrió que hay vida lejos de las drogas, la extorsión, el sicariato y cualquier otro nombre que tome la delincuencia. ¡Alegría!
Parceros es una manera de mostrarle que la seguridad va mucho más allá de enfrentar a las bandas con las mismas armas con las que ellas atacan.
Cualquier iniciativa que aleje a un joven de la delincuencia y de la corrupción, siempre será necesaria y merece ser política de ciudad, no solo de un gobierno. No son sesenta mil jóvenes en riesgo, sino toda una sociedad esperanzada.