Por David González Escobar
Universidad Eafit
Ing. Matemática - Economía, semestre 6
davidgonzalezescobar@gmail.com
Muchos medios periodísticos se han atrevido a hacer una arriesgada aseveración: que los “datos” se están convirtiendo en el nuevo petróleo.
Aunque discutible, no hay duda de que esta idea está bien fundamentada. Empresas que han transformado nuestro día a día como Google, Amazon y Facebook –que en las últimas décadas han entrado a la lista de las compañías más valiosas del mundo– dependen en gran medida de la información y datos de sus usuarios para que su modelo de negocio sea exitoso.
Este poderoso valor que acarrean los datos trae consigo preguntas interesantes. Si los datos son el nuevo petróleo, ¿no deberíamos tratar el manejo turbio de estos datos de la misma forma que tratamos un derrame petrolero en el Golfo de México?
Este es el debate que se está dando a raíz del escándalo de Facebook y Cambridge Analytica, que demostró que la valiosa información que dejamos en redes sociales no solo puede influir en lo que decidimos almorzar por Rappi: también pueden servir para manipularnos por quien votar.
Hace unas semanas escribí una columna cuestionando que ninguno de los candidatos a la alcaldía de Medellín hubiera reportado sus gastos de publicidad en redes sociales. Solo Víctor Correa se animó a compartir esta información. Ya terminada la campaña, entre los primeros cinco candidatos en los resultados del 27 de octubre, solamente la candidata Beatriz Rave reportó un gasto de 357.000 pesos por publicidad en redes.
Reitero mi argumento: es completamente evidente que los candidatos que lideraron los resultados pautaron en redes sociales como Instagram, Facebook y Twitter. La pregunta es, ¿cuánto?
El hecho de que no estén reportados le abre las puertas a la especulación. ¿Se pasaron los topes? ¿Incurrieron en prácticas poco transparentes? Porque no solamente se vio publicidad a nombre de los candidatos en las redes: también abundaron portales anónimos dedicados a desprestigiar a los demás candidatos, la tan sonada “campaña negra”.
Tan delicado es el tema de la propaganda política en redes sociales que hace pocos días Twitter tomó la decisión de prohibirla del todo dentro de su plataforma. La era digital está trayendo nuevos retos. Conforme, debería traer debates a la altura. Nuevamente, (ex)candidatos, ¿se animan a reportar sus gastos en publicidad digital en redes sociales?.
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