Por Lee Siegel
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Todo el mundo tiene su propia definición de una crisis política. La mía es cuando nuestra salud mental colectiva empieza a tener un profundo efecto sobre nuestra política, y viceversa.
No puede ser una simple coincidencia que las dos cosas han decaído en conjunto. La Asociación Siquiátrica Americana reportó que entre el 2016 y el 2017 la cifra de adultos que se describieron como más ansiosos que el año anterior creció en un 36 por ciento. En el 2017, más de 17 millones de adultos americanos tenían un nuevo diagnóstico de algún desorden depresivo serio, así como tres millones de adolescentes entre los 12 y 17 años de edad. Cuarenta millones de adultos ahora sufren de un desorden de ansiedad –casi el 20 por ciento de la población adulta- (Estos son los casos conocidos de depresión y ansiedad. Las cifras actuales deben ser increíbles).
Los informes realmente tristes se refieren al suicidio. Entre todos los estadounidenses, la tasa de suicidios aumentó en un 33 por ciento entre 1999 y 2017.
Toda esta carnicería mental está ocurriendo en un momento en que décadas de división social y política han enfrentado entre sí a blancos y negros, hombres y mujeres, viejos y jóvenes. Más allá de los amargos antagonismos sociales, el país está atormentado por los tiroteos masivos, los peligros alucinantes de Internet, las revelaciones de depredación sexual generalizada, los efectos empeorados del cambio climático, la competencia virulenta, el espectro de bacterias resistentes a los antibióticos, la deuda de estudiantes y crisis en la vivienda, salud y educación superior. El entorno aterrador ayuda a causar depresión, la depresión provoca pensamiento catastrófico y el pensamiento catastrófico hace que el entorno parezca aún más aterrador de lo que es.
De esta oscura mentalidad surgió el hambre de una figura fuerte y vengativa cuya llegada ha enviado ondas de choque aún más desgarradoras a la sociedad. Si el presidente Trump realmente está enfermo mentalmente, como afirman muchos de sus críticos, podría ser el líder más representativo que hayamos tenido.
Sin embargo, como lo sabe todo el mundo cuya mente está en peligro, no es suficiente hablar de enfermedad mental en términos generales y abstractos. Los desafíos individuales de una persona no son simplemente extracciones de un malestar nacional.
No me habría sentado a escribir esto si no hubiera sido atormentado en los últimos años por mis propios desafíos individuales. Junto con las visitas a un terapeuta, me he negado por ahora a tomar medicamentos psiquiátricos, tengo mis propias estrategias de afrontamiento. Instancias particulares que hacen posible salir de la desesperación las imagino como pitones, los picos de hierro que los alpinistas entierran en la roca para ascender, a veces una mano después de otra. El trabajo es un pitón. El disfrute del arte es un pitón. Mostrar amabilidad a otra persona es un pitón. Ayudar a criar a nuestros dos hijos, es el pitón más fuerte de todos.
Famosamente Freud dijo que la depresión era enojo volcado hacia adentro. Ahora sabemos que la depresión es el resultado de numerosos factores: entorno social, presión económica, mala lectura cognitiva, un evento aleatorio, trauma, neurobiología y genes.
Al igual que cualquier persona que ha enfrentado la depresión, sé que esto es, en primer lugar, mi reto, único en mi vida. Y sin embargo, la línea entre el yo y todas las fuerzas externas que dan forma continua y remodelar el ser es más borrosa de lo que nos gusta creer. Hay factores externos muy particulares. Existe el de la situación financiera, implacable e incesante.
Tener la capacidad de pagarle a un terapeuta y encontrar al terapeuta adecuado, es raro: la sabiduría, la empatía y la amabilidad no se pueden enseñar, son los primeros obstáculos a superar. Entonces es posible que deba encontrar al siquiatra adecuado y asequible, que lo ayudará a tomar una decisión informada sobre si tomar medicamentos siquiátricos que lo ayudarán o no, tal vez incluso salvarle la vida.
Aún más personas nunca reciben un diagnóstico siquiátrico real. Un estudio de 2014 encontró que el 80 por ciento de todas las recetas de antidepresivos fueron emitidas por médicos de atención primaria que no tenían capacitación sicológica, siquiátrica o sicofarmacológica.
En cuanto a mí, seguiré agarrando mis pitones; haré todo lo que pueda para seguir viviendo y prosperar, mi amada esposa a mi lado, mis raros y preciosos hijos siempre en mi mente.