¿Es Egan Bernal un gran campeón porque tiene 22 años o porque nunca un colombiano había llegado donde él llegó? ¿Es el mayor deportista del país porque se levantó con aguapanela y arepa o porque se retiró de la universidad para pedalear?
¿Los niños adoran a Egan porque van a ser como él o porque él es como ellos y tiene cara inocente? ¿Los colombianos creen en Egan en la misma proporción en que no creen en los políticos? ¿Cualquier compatriota puede ser ciclista, y también campeón, porque uno pudo ser ambas cosas?
¿Es Egan un fenómeno sin par desde su nacimiento o se forjó como tal en las carreteras cundiboyacenses del hambre? ¿Los zipaquireños que vieron la hazaña en pantalla pública se elevaron al cielo, como la Virgen? ¿De las cuatro lenguas pronunciadas en su coronación, cuál parece más la materna?
¿Cuánto tiempo pasará hasta que surja otra figura que sea el más grande deportista de la historia nacional? ¿Cuánto le duró a Nairo Quintana su desquite de los malquerientes, tras la etapa que ganó?
¿Si Egan hubiera seguido sus estudios universitarios sabría hoy para qué ganó lo que ganó? ¿Cuando cumpla treinta años y haya triunfado en cinco tours comprenderá para qué sirve la juventud?
¿Qué pensarán los jóvenes ávidos de victoria sobre estas palabras de M. Gandhi: “el fracaso es la experiencia que precede al triunfo”? ¿Quienes ayudaron al niño Egan, con bicicleta, entrenamiento o plata, merecen tanta condecoración del gobierno como su pupilo estrella?
¿Por qué los presidentes, alcaldes y candidatos quieren vestirse ahora de amarillo? ¿Los compositores de rap o vallenato se alumbraron el último día o tenían preparada su tonada para cambiarle de nombre en la meta final? ¿Somos los colombianos tan veloces para aprovechar la oportunidad como esmerados para fraguar un arte o una ciencia?
¿El deporte nos une, nos extasía, nos hace sentir la patria, porque es lo único que en ella funciona o porque nos pone a suspirar por lo inmediato, lo fulgurante, lo tan al alcance de la mano... o de los pies?
¿Cuántos días permanecerán en las neuronas colombianas los paisajes franceses, los besos de las rubias en el podio, los ramos de flores, el fasto de los Elíseos y del Arco del Triunfo? ¿Escuchará alguien la voz del poeta Antonio Porchia: “las cosas reales existen mientras les atribuimos virtudes o defectos de cosas irreales”?.