Por Estefanía Aguirre Giraldo
Universidad de Antioquia
Comunicación-Periodismo, semestre 7
estefania.aguirre@udea.edu.co
Una cama destendida, una camiseta ancha y unos shorts viejos. El cabello despeinado, axilas varios días sin depilar, nada de maquillaje. Dormirse a las 4 de la madrugada y despertar a mediodía. Ver noticias mientras desayunas al lado de los demás que almuerzan. Sentirse hastiada de tanta información y mal porque estudias periodismo pero te cansas de él. Escuchar una y otra vez de la crisis mundial por el virus y cómo se deben lavar las manos.
Prorrogar todo los trabajos, las lecturas, las videollamadas por el deseo de estar en cama y no querer pensar que afuera la raza humana poco a poco colapsa. La misma raza que descubrió el fuego, inventó ruedas, casas, sintió empatía y a la vez deseos de matar por rivalidad, diferencias, porque sí. La que expresó solidaridad con grandes hechos y a la vez casi nos destruye. La misma que me hace sentir culpable por no depilarme, por no madrugar, por no ver noticias, por no ser productiva.
Recuerdo mi niñez en Cartago, Valle, el ser feliz en la precariedad y con mi gusto por un niño con verrugas en los dedos, un gusto que no encontraba fealdad, pero que mis hermanos sí. La familia es entonces la primera puerta hacia lo que es ser bonito y feo. Luego llega el colegio con su represión, debes de pintar los árboles cafés y verdes, no morados y amarillos Estefanía, así no son las cosas. Mi primera A de aceptable.
Después la pubertad y no entender por qué los niños me piden que estire mi camisa hacía abajo, ver a mis amigas maquillarse a escondidas y hacer lo mismo. La secundaria y querer encajar en algún grupo. A los 16 el primer amor y el primer corazón roto, compararme con quien él se fue, perder mi confianza, fe, amor, ego.
Intentar tres veces pasar a la universidad. No ser admitida, pensar: “me voy a quedar sin estudio”, “voy a fracasar”. Pasar a la cuarta vez, sentirme feliz, admitida, pertenecer. Para luego... ver reflejada mi crisis constante en esta crisis mundial. Entender que en todo este camino, en este sistema yo he sido mi propia ama y esclava, que nacimos siéndolo porque hay que ser productivos. Y no perder el tiempo con preguntas en el desorden.
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