El crecimiento de la productividad es la base del progreso de los ingresos reales de una economía y de su bienestar. La lenta expansión de la productividad está en el origen de los bajos niveles de ingreso en Colombia, ya que es una de las más bajas de América Latina y es la mitad de la de Estados Unidos. Para empeorar las cosas, la diferencia de Colombia con este último país se está ampliando. Una productividad baja aumenta los riesgos de conflicto en relación con la distribución del ingreso.
La productividad es un indicador más bien simple que describe la relación entre la producción y los factores necesarios para llevarla a cabo (tierra, trabajo y capital), aunque para los economistas es un rompecabezas. Una productividad baja significa que una economía no está haciendo un uso adecuado de sus recursos productivos. Si se comparan economías con los mismos factores productivos y una crece más que otra, significa que aquella que se expande más está haciendo un mejor uso de sus recursos que la otra. En otras palabras, es más productiva.
Así las cosas, la problemática de la productividad es, sin duda, uno de los grandes desafíos que tienen las autoridades económicas. Un trabajo reciente de algunos investigadores del Banco de la República (ESPE N°. 89), quiere aportar elementos para entender el problema. El enfoque de la investigación permite diferenciar que acontece en los sectores agrícola y no agrícola (servicios, industria, comercio) como respuesta a las políticas públicas e instituciones que los afectan, teniendo en cuenta que en las actividades sectoriales coexisten diferentes tipos de negocios. El punto es que las políticas e instituciones pueden ocasionar diferencias de productividad al impedir que se asignen adecuadamente los recursos productivos.
En los resultados de la investigación hay temas interesantes y discutibles. Es interesante el hallazgo para el sector no agrícola, que no es afectado por las políticas que impactan directamente a todos los establecimientos, mientras que las que se enfocan específicamente en impactar a los más productivos son las que tienen consecuencias indeseadas.
Es debatible e inesperado el resultado de un ejercicio hecho con los datos del censo agropecuario. Según este, en el sector agrícola la agricultura familiar desempeña un papel preponderante, con una alta proporción de productores que operan pequeñas extensiones de tierra y utilizan principalmente mano de obra familiar. Hasta ahí es constatar la información del censo con los problemas que pueda tener.
Pero se afirma también, en un resultado preliminar, que “la tierra y el trabajo agrícola en el país no están siendo utilizados en las fincas que tienen una mayor capacidad productiva” y que el futuro de la actividad agrícola estaría en las tierras de la frontera agrícola, donde el país puede generar economías de escala a partir de la mecanización, dotación de infraestructura e inversiones fijas en preparación de los terrenos. No es claro si los autores del trabajo son conscientes de las implicaciones de política de esta última afirmación que por cierto luce especulativa.