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Juan Gómez Martínez
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Prohibida la pesca deportiva

Por Juan Gómez Martínez - redaccion@elcolombiano.com.co

La Corte Constitucional, en su sabiduría y poder, prohibió en Colombia la pesca deportiva porque vulnera el principio de precaución y la prohibición al maltrato animal. La pesca deportiva consiste, según la Corte, en pescar el animal y devolverlo al agua. Esto se convierte en maltrato a un ser sintiente.

Mirándolo así, los altos magistrados tienen toda la razón, pero mirémoslo desde otro punto de vista y comparémoslo con distintas determinaciones de la justicia colombiana.

El feto, dentro del vientre materno, es un ser sintiente. Recordemos una foto dolorosa que fue publicada hace unos años, en la que un feto agarra el dedo de la persona que lo sacaba del vientre de la madre, en un acto de aborto. La criatura, ya formada, sentía el crimen que se cometía contra él. El aborto o asesinato contra un ser humano y sintiente está autorizado en Colombia.

Pero volvamos a la determinación de la Corte Constitucional. Está autorizada la pesca comercial, que se hace de muchas maneras. Empecemos por la pesca de arrastre, que consiste en jalar desde un bote una red en el mar y, en su recorrido, llevarse a los peces que están en su camino. Con los peces se arrastran los valiosos corales del fondo y toda la flora marina que se encuentra a su paso, pero esto está autorizado por la Corte. Los peces, apresados en la red, son seres sintientes y padecen mientras son arrastrados por las redes, para luego ser sacrificados o dejados morir con grandes sufrimientos. Las demás formas de pesca, autorizadas por la Corte, la artesanal, la de subsistencia, la científica, de control o de fomento, afectan, sin ninguna duda, la vida de un ser sintiente, como se califican a los peces.

Otro tema que quiero tratar, y que se relaciona también con determinaciones de los organismos de control, es el de la minería. Está bien que se prohíba y se persiga la minería ilegal —que no se hace—; además, ella está acabando con las tierras y con las aguas. Pero no podemos dejar que se pierda la gran riqueza que tenemos en el subsuelo del territorio colombiano. Aquí, en Colombia, como es más fácil prohibir que controlar, nos vamos por el camino del menor esfuerzo. La minería legal y controlada es una riqueza que tenemos y que envidiaría cualquier país, pero nosotros no la permitimos. Es, otra vez, el caso de Quebradona. Esta es una mina, de tal riqueza que dispararía el desarrollo del suroeste antioqueño, pero hay todavía gente que se opone apoyados en su ignorancia. Conocí, hace ya muchos años, una ciudad en Suecia, Kiruna, que vive de una mina de hierro que se explota casi dentro de la misma ciudad. En estos días, me enteré de que toda la zona urbana fue trasladada a otro sitio cercano, para explotar la riqueza minera que estaba debajo de la antigua Kiruna. El pueblo seguirá viviendo de la riqueza que la naturaleza le dio y prefirió trasladarse a perder ese regalo de la naturaleza. Ellos sí saben lo que tienen 

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