Siempre vamos por detrás del virus, que evoluciona con mayor rapidez que nuestra capacidad para detectar mutaciones. Sin embargo, y pese a que una nueva variante surafricana Ómicron, por aquello de no estigmatizar a nadie con el virus chino -léase esto último con sorna-, se ha extendido a toda velocidad por el mundo, debemos tener cautela sin histerismos. Vayamos a los hechos.
Primero, es normal que, con el invierno en el hemisferio norte, donde más sobredosis informativa hay, se disparen los contagios al encerrarnos más para protegernos del frío. Pasa con cualquier virus. Además, bajan las defensas y somos más proclives a pillar cualquier bicho. Segundo, porque ya sabemos a lo que nos enfrentamos y cómo reaccionar sin tener que encerrarnos otra vez. Pero lo más significativo es que disponemos de vacunas que sí están sirviendo para evitar muertes. Me dirán ustedes que andan por ahí algunos “expertos” poniendo en duda la efectividad de estos antídotos contra la nueva cepa y que ni siquiera los laboratorios saben aún si sus viales son igual de efectivos. Pese a todo, basta con mirar alrededor para tranquilizarnos.
Desde que estalló la pandemia les he informado con puntualidad y toda la precisión posible de cuanto acaecía por estos lares. En España tenemos algo de experiencia en este asunto después de ser el tercer país en ser golpeado, con extrema virulencia por el elevado envejecimiento y ser uno de los destinos turísticos globales favoritos, lo que acrecienta el flujo de personas en tránsito continuo por estas tierras. Por eso, les aseguro que esta variante ya circula por todo el planeta. Aunque todavía no se han detectado casos de Ómicron en España, la cantidad de turistas que he visto el pasado fin de semana en las abarrotadas calles de Madrid, que luce más impresionante que nunca por Navidad, me indican que a estas alturas debemos ser uno de los países con más casos a pesar de que la mayoría de la población sigue llevando la mascarilla incluso en el exterior.
Como en todos lados, la incidencia en España está al alza, hasta los 171 casos, con casi 10.000 nuevos contagios diarios en el último recuento, una cifra que no se alcanzaba desde agosto. Por el contrario, la presión en las unidades de cuidados intensivos aumenta muy despacio. La última vez con esas cifras de contagios (el 25 de agosto, tras un verano rozando la normalidad) se notificaron 163 muertes por los 24 decesos diarios por Covid del último día. Hoy hay 597 ingresados en UCI en toda España.
Más hechos. Entre 18 a 29 años, la incidencia media semanal en los no vacunados fue de 89 casos por cada 100.000 habitantes, mientras que en la población con pauta completa fue solo de 28, es decir, que sin protección vacunal se triplican los contagios. En el tramo de 30 a 59 años fue de 106 casos, frente a los 56 de los vacunados. En el tramo de 60 a 69 años se multiplica por 7 la incidencia en no vacunados (358) frente a los inoculados (49). Entre los mayores de 80 años, la incidencia es de 155 casos, por lo que casi quintuplica la de los vacunados, que es de 34.
España es uno de los países con mayor índice de vacunación. Más de 37,5 millones de ciudadanos han completado la doble dosis, el 89,2% de la población diana (79,2% de la total) y quedan por sumarse algo más de 3,8 millones de ciudadanos indecisos.
Gracias a esto hay 10 veces menos de muertos. Los nuevos casos no derivan aumento brusco de hospitalizaciones. La sexta ola no se parece en nada a las anteriores, sin apenas fallecimientos entre los vacunados y pese a que los menores de 12 años aún no son población diana. Esta vez tenemos los datos y las herramientas en la mano, así que con cautela extrema “que no panda el cúnico”, como decía el Chapulín.