La religión católica, como otras, parte de la certeza atemporal que los humanos son imperfectos y además imperfectibles, pero al menos pueden mejorar. Por eso desde sus inicios ha existido la posibilidad de hacerlo, reconociendo los errores y cumpliendo una penitencia. El problema operativo ha sido establecer ¿quién establece el castigo? y sobre todo, ¿cuál es el castigo? El Nuevo Testamento sugiere especialmente: la oración, el ayuno y la limosna, pero como eso no quedó bien detallado, el proceso...