En algo más de dos siglos de historia, desde que se firmó la declaración de independencia de Antioquia, dejamos de ser una provincia pobre y dependiente de la minería y esto se logró en gran medida con una mayor distribución de la propiedad y la movilidad social, producto del proceso de industrialización y de intercambio comercial. En el último medio siglo, este proceso no se ha estancado, pero se ha concentrado exclusivamente en Medellín, que sigue avanzando, mientras los pueblos de Antioquia y sus campesinos viven en condiciones muy difíciles. ¡Necesitamos un nuevo impulso!
A mí me gustan mucho los planes porque dan estructura, orden y priorización para que se puedan lograr mejor las cosas y sobre todo las cosas que se necesitan. La Gobernación de Antioquia lidera una agenda al 2040 y en el proceso de construcción nos quieren preguntar cómo nos soñamos el departamento en 20 años. Este ejercicio de imaginarios ha sido muy efectivo en los procesos de urbanismo social; sin embargo, hay que advertir, que se corre el riesgo de que la agenda se convierta en un proyecto de este gobierno que no comparta el próximo mandatario. Por más cuidado que se tenga, cuando el proyecto es liderado desde la administración siempre habrá un sesgo en torno a él.
Yo creo que hay ejercicios que se agotan, ya todos los candidatos reparten volantes y todos los gobiernos apelan a la participación ciudadana. En este momento necesitamos un gobierno que nos inspire para sacar lo mejor de nosotros, que al final es lo que hace la diferencia, explotar ese genio emprendedor que nos hizo florecer cuando con mulas prevalecimos a las dificultades de nuestra geografía para generar progreso.
Qué bueno sería replicar el modelo de colaboración del sector privado, la academia y la institucionalidad en Antioquia, para lograr un equilibrio en un territorio más amplio con más oportunidades para vivir y trabajar. Tenemos que disminuir esa inequidad que alimenta el conflicto social y garantizar el desarrollo económico aprovechando las fortalezas de todas nuestras regiones. Que las empresas, colegios y universidades adopten a cada uno de nuestros pueblos para crear cadenas productivas, empleo y que los jóvenes encuentren oportunidades y se puedan formar; así le quitaremos probabilidades a la violencia o a que emigren a Medellín para encontrar empleos precarios que a su vez hacen que las ciudades crezcan con injusta desigualdad.
Es momento de actuar, de encontrar un propósito. No se puede perder tiempo valioso para transformar, a veces a los gobernantes se les va la mano en planear y vamos de plan en plan mientras el presente no cambia y el ejemplo y la inspiración son bastante escasos