La fecundación es un proceso biológico que no es directamente proporcional a la idoneidad para ejercer una maternidad (o paternidad) responsable. El hecho de que un cuerpo pueda gestar no quiere decir que su dueña esté lista física o psicológicamente para ser madre. ¡Cuántas preadolescentes, con cuerpo inmaduro, dan a luz arriesgando su vida!
Quizá la confusión comienza con el uso del lenguaje, a partir de dos conceptos que no son necesariamente dependientes: ser madre y parir. Ni toda mujer que ha parido es madre, ni toda madre ha parido.
La realización femenina a través de la maternidad y el “ascenso social” que otorga el dar vida, son algunos de los mitos que han contribuido a que el embarazo adolescente permanezca como multiplicador del ciclo de pobreza. En Colombia, el 50% de los casos de deserción escolar de adolescentes mujeres tiene como causa principal el embarazo.
¿Quiénes protegen la maternidad responsable en nuestro país?
Los padres de familia, maestros e instituciones públicas y privadas que imparten una educación sexual y reproductiva clara y abierta, sin tabúes.
Los ciudadanos que denuncian los casos de relaciones sexuales con menores de catorce años.
Quienes defienden el derecho de la mujer a elegir sobre su cuerpo, como las secretarías de equidad de género, ONG; o la abogada Mónica Roa, voz pública de la demanda que logró despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) en tres casos (violación, peligro de salud de la madre y grave malformación fetal).
Los médicos que proceden con la IVE cuando es necesaria, de acuerdo con la ley colombiana. Los profesionales que, luego de manifestar objeción de conciencia, remiten la paciente a un colega sin dilatar el proceso.
El proyecto –en ciernes– para despenalizar la IVE en todos los casos en Colombia, que contaría con el beneplácito del Ministro de Salud, Alejandro Gaviria.
Cada funcionario de Profamilia que, previo concepto médico, suministra métodos anticonceptivos...
¿Qué tipo de moral desliga la maternidad de la responsabilidad con una vida digna (de la madre, del hijo)?
No todo embarazo es buscado, muchas (mujeres, parejas) hemos sido sorprendidas por el azar de la naturaleza, no por eso tenemos que acoger el destino como un accidente prolongable. Si decidimos continuar con el embarazo es porque contamos con la madurez y los medios para honrar y dignificar ese proyecto de vida.
El respeto a las creencias religiosas no es condición necesaria ni suficiente para que sus preceptos sean adoptados como políticas de Estado. No podemos olvidar que desde 2011 el procurador Alejandro Ordóñez, quien hoy respalda las aspersiones con glifosato, ya emitía conceptos disfrazados de “científicos” (entonces religiosos, ahora políticos), al tergiversar dos textos de la Organización Mundial de la Salud para que el Misoprostol no fuera considerado en el Plan Obligatorio de Salud.
Los grupos Pro-vida pueden defender sus ideales sin distorsionar la racionalidad del discurso. Un cigoto no es “un bebé”. Y las mujeres que elegimos libremente sobre nuestro cuerpo no somos criminales.