Durante las próximas semanas, en esta columna, voy a proponer unas reflexiones sobre valores que nos ayuden a vivir de manera más constructiva estos tiempos de cambios profundos. Hoy reflexiono sobre la quietud. De hecho, cuanta más turbulencia estamos presenciando en el mundo exterior, más tranquilidad necesitamos en nuestro mundo interior. Escribe Eckhart Tolle, “La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas”. Porque es en el silencio de la quietud donde podemos escuchar al futuro que quiere emerger.
Aprendí sobre la importancia de la quietud en tiempos de turbulencia de mi mentor y amigo Leoluca Orlando, el alcalde antimafia de Palermo, en Italia. Trabajé a su lado, a comienzos de los años noventa, cuando la mafia escaló sus actos terroristas en contra de sus enemigos. Eran los años en los que, con carros bombas, fueron asesinados fiscales como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Por información de la inteligencia, también sabíamos que estaban preparando un carrobomba en contra de Leoluca Orlando. Era cuestión de días o de semanas, nos habían informado. Al alcalde Orlando le aumentaron la escolta. Quienes trabajamos con él no conocíamos su agenda. Dado que yo vivía en una calle donde estaba prohibido parquear, y por lo tanto más segura, le había entregado a Orlando las llaves de mi apartamento, para que pudiera llegar en cualquier momento del día y de la noche sin tener que avisar.
En aquel tiempo de gran tensión, el alcalde me llamaba al celular y me preguntaba dónde estaba, y de repente colgaba. Al comienzo no entendía por qué. Después de unos minutos escuchaba el ruido del helicóptero, el aullido de las sirenas de la policía, el chirrido de los neumáticos y aparecían los cuatro carros blindados de la escolta del alcalde. Orlando salía con un paso rápido del carro y entraba en el edificio donde me encontraba. Trabajamos durante unos minutos. “Son tiempos complicados Aldo”, me decía Orlando al despedirnos con mirada seria. Después nos abrazábamos como si fuera la última vez que nos veíamos.
Fue una temporada oscura, pesada, llena de tensiones, no sólo para la vida de Orlando, sino también para la democracia italiana. La mafia parecía invencible. A pesar de eso, nunca ví a mi amigo y maestro agitado. Quizás, fue la época donde lo percibí más sereno y tranquilo. En aquel tiempo aprendí que la quietud, en tiempos de crisis, es una característica de los grandes líderes, de quienes de verdad transforman a la sociedad. Aprendí que la razón de su quietud, estaba en mantenerse anclado a sus valores que, en momentos difíciles, se vuelven la fuente de su coraje. Son líderes que mantienen la mirada en su visión y propósito superior. Finalmente, a través de sus decisiones y acciones personifican su misión. Hay quietud porque hay integridad entre valores, visión, misión, y comportamientos. En otras palabras, son líderes que viven de adentro hacia afuera. Es desde la quietud que dejan una huella significativa en la humanidad. Algo que solo es posible desde la quietud.