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Ramiro Velásquez Gómez
Columnista

Ramiro Velásquez Gómez

Publicado

Quintero y la revocatoria

El atropello a Buen Comienzo es el último desatino del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, que no ha entendido en qué cargo está.

Exhala aire de salvador, que antes de él no hubo antes y será el redentor de una ciudad con problemas más serios cada vez.

Tras un debut nefasto metiendo al Esmad a detonar sus armas en la Universidad de Antioquia, creyó que el coronavirus se asustaría con una plataforma tecnológica que deja muchas dudas por la cantidad de información ciudadana recogida. Y claro, el virus nos invadió.

En ocasiones lanzó mensajes contra evidencias científicas y ha sido errático con cuarentenas parciales improvisadas. Antier mostraba este diario cómo eso generó grandes pérdidas en comerciantes que se quedaron con la comida y otras preparaciones.

Y aunque no es claro quién tiene razón en la demanda EPM-Hidroituango, en Buen Comienzo se equivocó de par en par desconociendo el trabajo serio de instituciones con muchos años en la atención y educación infantil. Ignoró un principio básico de que lo bueno se puede mejorar, no empeorar. Para ajustar, entregó su manejo a un grupo político cuestionado.

Este ha sido Quintero, un independiente que se alió con los partidos tradicionales, conocidos por componendas y que tomó la administración como asunto familiar, nombrando parientes suyos y de sus funcionarios. Todo se resuelve en familia.

Queda el sabor de que no estaba preparado. Dirigir una ciudad no es igual que andar saltando de grupo político en grupo buscando acomodo.

¿Se puede corregir? Sí, pero amenazado con la revocatoria luce más confundido, nadando en círculos en arena movediza, atorado, con mensajes infantiles e innecesarios en redes sociales, que no maneja bien. Confusión desde cuando críticos a su gestión (no opositores) le mostraron falencias y los descalificó. De ahí el contrato para ‘saber’ qué dicen otros en redes.

La esperanza es que entre en razón, deje de creerse conquistador y se asesore bien (tiene la peor aceptación de alcalde alguno de Medellín).

Es la esperanza porque la revocatoria no es solución, menos auspiciada por uribistas iracundos, viudos de poder que nunca pudieron digerir la derrota de su candidato, perfecto desconocedor de la ciudad.

Este grupo con su apego a la represión violenta (como concibe el trato a las protestas sociales y las manifestaciones de inconformidad reduciéndolas a la delincuencia), y el poco interés en el diálogo social y la superación de las causas subyacentes de la pobreza y la desigualdad, no es remedio.

Vamos mal.

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