Parece que no hay muchos asuntos importantes que resolver en Antioquia. Pero lo peor es que no nos habían contado. ¡Qué egoístas! ¿Cómo les ocultan eso a los antioqueños que tantas angustias, al parecer infundadas, cargan en su equipaje diario?
Cómo estaremos de bien, que en estos días de la gobernación resucitaron la propuesta de quitar las mallas de las universidades públicas, y no faltaron quienes, montados en la ola idealista, dijeron que igualmente deberían hacerlo las privadas. De ninguna manera estoy diciendo que renunciemos al “deber ser”, incluso si tiene uno que otro rasgo de sueño; pero la construcción de cualquier cosa es viable y duradera solo si las bases en que se levantará el edificio soñado están sobre suelo consolidado, sin fracturas, libre de contaminación y lejos de alguna falla geológica. Alguna cosa le queda a uno como ingeniero del curso de “cimentaciones”, que tanto sudor nos sacó a mis compañeros y a mí.
Sabemos de sobra que decir esto molesta a algunos idealistas, que inflados de una falsa pretensión de superioridad moral autoadjudicada, responden en su soberbia descalificando a quienes “no vendemos humo”, etiquetándonos como seres que tienen anclada a la sociedad en los prejuicios y no dejan elevar el vuelo hacia el Nirvana social donde todo es leche y miel y todos los hombres son buenos y nobles. Para ellos, los hechos y la realidad son obstáculos en el camino de los sueños y como las gallinas en las carreteras, que para que no las pisen los carros, cierran los ojos para no verlos.
Cuando una sociedad está siendo asediada por delincuentes, y este país lo está como ninguno otro porque los apaciguadores decidieron pasar por encima de la justicia y la ley con tal de tener medallitas Nobel, los ingenuos son mil veces más peligrosos que los cautelosos y precavidos. La cautela y la precaución no son defectos ni la manifestación del “pesimismo” ni impedimento para la propagación de la civilización; al contrario, es una muestra más grande de civilización defender a los que estudian y trabajan por hacer un mundo mejor garantizándoles seguridad, al tener a raya o al otro lado de la malla, a los bárbaros.
El experto en riesgos y geoestrategia, John Hulsman dice que: “Es mucho más fácil fantasear con un mundo alternativo e ideal, en lugar de tomar decisiones difíciles e impopulares que son necesarias para lidiar con el complicado y frustrante en el que vivimos”.
Si de verdad estamos tan seguros: ¿Por qué no quitamos las puertas y los sistemas de seguridad en La Alpujarra? ¿Para qué gastar plata en carros blindados para el gobernador? ¿Por qué no quitan la portería de la urbanización en que vive el alcalde?
Las universidades, todas, existen para servir y hacer mejor a la sociedad y por ello tienen que estar protegidas de parásitos y delincuentes, mientras existan; con mallas y lo que sea necesario y legal.