Movilizando a 1000 personas, 19 alpinistas y el resto de gente a cargo del equipaje que pesaba 27 toneladas, Jim Whittaker, fue el primer estadounidense en escalar el Monte Everest en el año de 1963. Cuando bajó de las alturas en una de las entrevistas que dio, dijo que: “Uno nunca conquista la montaña. Uno se conquista a sí mismo”. Hoy quiero contarles mi experiencia (primera persona), “escalando una montaña” , tan grande como el propósito por dejar el mundo mejor de lo que lo encontré, pero que después de todo estaba yo misma.
Comenzaré por contar que los últimos años, en el sector social a nivel internacional hay una fuerte tendencia por invertir en la formación de líderes como una estrategia para lograr un cambio social sostenible. ¡Es que una figura sólida de Liderazgo puede hacer mucho más cambio que una donación particular! A esa tendencias se le conoce como programas de “fellowship” o siembra de principios y valores afines a la misión de cada organización.
Considerando el momento coyuntural de Colombia en el cual tras la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, se imponen retos sociales, económicos, ambientales y culturales. Acumen (en español: “akiumen”, aludiendo a la habilidad de tomar buenas decisiones de forma rápida), una organización social de alcance global que nació en los Estados Unidos, para “cambiar la forma en la que el mundo aborda la pobreza”.
En este contexto, la organización decidió comprometerse con la formación de agentes de cambio en Colombia: Dada la situación actual respecto a los riesgos que corren los líderes sociales en nuestro país y el desgaste que ha sufrido la palabra “liderazgo”, hablar de agentes de cambio, es un compromiso real por hacer que las cosas cambien para mejorar. Seleccionó a 23 personas de entre cerca de 800 postulaciones, provenientes de todos los lugares de Colombia y de todos los sectores y con todas las ideologías políticas, pero con un único elemento en común: trabajo real por la transformación social de Colombia. Gracias a Dios, inicié el año con la buena nueva de integrar este grupo.
Al igual que la mayoría de las personas que iniciamos el proceso de formación, yo creía que iba a leer y aprender mucho de Liderazgo desde una visión de origen conceptual. Pero no. Parafraseando a Whittaker, después de 10 meses de reflexión y acción, en la subida de esta montaña estoy yo misma. Sólo que a diferencia del escalador estadounidense, estoy rodeada de 22 seres humanos magníficos, “ luciérnagas”, como me gusta llamar a los agentes de cambio.
Recordando a Sancho Panza y Don Quijote, en su galopar rumbo a su utopía, Barataria, (como la llama el “Caballero de la Triste Figura”) nuestra utopía siempre está por delante de nosotros, y la claridad en el camino. ¿Cuántos de nuestros ‘líderes’, están dispuestos a repensarse y estar todo el tiempo en “versión beta”, que es como las empresas de software identifican a una versión de prueba y aprendizaje para ajustar al cliente?
Es común escuchar en los consejos sobre liderazgo, “que para ser un buen líder es necesario ser líder de uno mismo“. Este año junto a mis compañeros pude derribar muchos paradigmas y miedos frente a mí misma, haciéndome tomar distancia de mi propósito.
Fue un año más que de formación, de transformación. Claramente, eso necesitamos: líderes capaces de transformarse para impulsar nuestra transformación.