El panorama de la admnistración de justicia colombiana no puede ser más desolador, pues desde hace rato se tiene claro que ella no opera porque es presa de la ineficiencia, el burocratismo, la corrupción galopante, el aventurerismo, la mediocridad, la politización, la improvisación, etc.; es más, el asunto ha sido objeto de tantos diagnósticos y propuestas a lo largo de los últimos cuarenta años que pretender hacer una nueva transformación sin directrices claras y precisas, sin un norte ideológico...