La publicación del borrador de la reforma laboral coincidió casi simultáneamente con la presentación que hizo el DANE de los resultados de mercado laboral correspondientes al mes de enero. Sorprende que la primera busque encarecer la contratación del trabajo ad portas de un menor crecimiento de la economía y una tasa de desempleo que persiste en situarse en niveles por encima de un dígito. El proceso de acceso a la OCDE hizo evidente que las reformas regulatorias en Colombia adolecen de las evaluaciones necesarias que requieren los cambios normativos y esta reforma parece no ser la excepción. No es recomendable hacer política pública y proponer modificaciones a las leyes a partir de sobre simplificaciones de la realidad.
La reforma laboral encarece la generación de empleo al crear un recargo del 100% en el trabajo dominical y festivo y al ampliar las horas de la jornada nocturna. Algunas empresas podrán enfrentar dichos aumentos en el costo laboral mediante cambios en la composición máquinas – trabajadores reduciendo así el empleo; otras empresas no podrán hacer lo mismo, lo cual favorecerá una mayor informalidad. Esta reforma limita la generación de nuevos empleos toda vez que será la burocracia estatal la que defina si se aprueban o no las adaptaciones que deben hacer las empresas en materia de empleo ante los rápidos cambios tecnológicos y choques externos que están ocurriendo en el mundo.
La reforma laboral debería ser revisada, antes de su radicación en el Congreso, a la luz del último informe del DANE, pues sus probables impactos resultan contradictorios con las alertas del mercado laboral colombiano. El desempleo se sitúa a nivel de dos dígitos; su reducción en enero 2023 vs enero 2022 se presenta en virtud a un crecimiento importante en la informalidad (casi un punto porcentual), situada en niveles cercanos al 60%; las tasas de desempleo desestacionalizadas (eliminando el efecto calendario de Semana Santa y días feriados), tanto para el total nacional como para las 13 principales ciudades, aumentan desde hace cuatro y tres meses respectivamente; y finalmente, hay ciudades con tasa de desempleo cercanas a 29% (Quibdó), y 17 ciudades de las 23 principales tienen tasa de desempleo por encima del promedio nacional (11.2%, trimestre). No hay un peor escenario para impulsar una reforma que encarece la generación de empleo, favorece la informalidad e inhibe la generación de nuevos puestos de trabajo.
Al revisar la reforma a la salud y la laboral pareciera que el cambio consiste en devolver prebendas a ciertos segmentos de la población que no han sido propiamente los menos privilegiados, pero sus impactos sí terminan desfavoreciendo a los más desvalidos y con menos oportunidades. La reforma laboral debería más bien proponer una sólida y robusta protección ante el desempleo; además, acciones afirmativas pro mujeres y jóvenes. Paralelamente debería promover una transformación al Sena y a la educación técnica y tecnológica para impulsar innovaciones en la recalificación y las rutas de formación para el empleo.