No me gusta contestar a las críticas y los insultos que me hacen en privado por mis artículos, prefiero contestarlas para el público en general.
Aunque en artículo anterior no mencioné al presidente Uribe, muchos se dieron cuenta de la diferencia entre un buen presidente, que salió del poder con más del 70 % de popularidad, y un mal presidente, que le hizo mucho daño a Colombia, que salió con menos opinión favorable y que, la que tuvo, se debió a la repartición de mermelada. El presidente Uribe no repartió, pero la que tuvo que dar Juanpa –como le gusta que le digamos– lo hizo a su favor y tratando de desprestigiar a su antecesor. La gente, por plata se mueve.
Criticaron al presidente Andrés Pastrana por el despeje de muchos kilómetros cuadrados en el Caguán para tantear la posibilidad de unas conversaciones en búsqueda de la paz. En cambio, Juanpa –como le gusta que le digamos– no despejó un sólo kilómetro, mandó a los guerrilleros para Cuba y allí les entregó todo el territorio colombiano con fuerza constitucional. Un cambio en nuestra Constitución con la firma de unos bandidos y la de su amigo desde el gobierno. Un cambio de la Constitución de Colombia, negado por el pueblo en un plebiscito, pero apalancado por el Gobierno a punto de mermelada en el Congreso.
Me opuse a las conversaciones de paz, porque conocí a los jefes guerrilleros y sus intenciones. En su momento, “Manuel Marulanda”, en una mesa conjunta, negociadores y comité temático, criticó al gobierno nacional porque no aceptaba sus propuestas y que le enviaba unas contrapropuestas. “Yo no acepto contrapropuestas”, dijo. Y criticó al Gobierno porque le envió unas propuestas: “Yo no acepto propuestas del Gobierno”. Esa era su actitud, esa fue la actitud de los guerrilleros que luego aceptó el gobierno más funesto que ha tenido el país. Aceptó todas las propuestas de la guerrilla y no consiguió que le aceptaran las del Gobierno. Yo los conocía bien y por eso me opuse siempre a las negociaciones para entregarles a Colombia, como ocurrió y como ellos exigían.
Critiqué al presidente Iván Duque que, por honestidad y respeto por su antecesor, no destapó el caos en el que recibió a Colombia. En año y medio es imposible enderezar el desajuste que encontró en todos los aspectos. Lo he acompañado y lo seguiré apoyando para que pueda salir de semejante caos en el que estábamos cuando juró como presidente de la República.
La gente aplaudió las caravanas turísticas, en el gobierno del presidente Uribe, que posibilitaron viajar nuevamente por las carreteras colombianas. Hasta a Anapoima se pudo volver. Antes no se podía viajar por carretera. El pueblo colombiano aplaudió los bombardeos a los campamentos y laboratorios guerrilleros. La gente aplaudía la fumigación para acabar los cultivos ilícitos. La mermelada es muy dañina, el que la recibe pierde la memoria.
Ni caravanas, ni fumigación, ni ataques a los guerrilleros, ni paz, ni prosperidad. Nada de lo que el presidente Uribe hizo se podrá recuperar en mucho tiempo. Pero Duque lo logrará, así les duela.
Otra cosa: necesitamos alguien que le cuente a Claudia López que más allá de Bogotá, existe el territorio colombiano que tiene tantos derechos y necesidades como la capital.