Mi relación con Ruta N, como los amores adolescentes, comenzó mucho antes de que oficialmente firmara un vínculo laboral. Me remonto 13 años atrás, en los tiempos en que no existían las “selfis” y aún no era común tener un perfil de Facebook. Cuando en medio de las conversaciones desarrolladas en el marco de la formulación de la ley de ciencia, tecnología e Innovación, y del proyecto de la Alcaldía de Alonso Salazar, “Manzana del Emprendimiento”, para ubicar a nuevas empresas basadas en tecnología que llegaran a la ciudad. Se hizo común que Medellín necesitaba una institución que marcara la “ruta a seguir en materia de Innovación”... Y de esta manera, en noviembre de 2009, nació Ruta N.
Escribo estas líneas, en atención a la celebración por los primeros 10 años de la Corporación, quiero compartir mis reflexiones sobre los retos que veo venir para el próximo decenio.
Hago parte de una generación de medellinenses, que puede contar la evolución económica de la ciudad en 3 edificios: “el edificio Coltejer”, por donde pasaba en el centro de la ciudad cuando era niña, el “Edificio Inteligente “ de EPM, al que fui maravillada en el colegio, y ahora el Complejo Ruta N donde trabajo hace casi ocho años, y que yo creo es ‘ el edificio superdotado de Medellín’.
Aunque algunas personas han querido ponerle otros nombres a los esfuerzos hechos Medellín desde Ruta N, yo afirmo con total convencimiento que en 10 años Estamos trabajando por una receta propia y no por parecernos a silicon Valley y muchos otros referentes en el mundo. Por eso creo que el mayor reto de Ruta N es acercarse más a la gente de a pie, para que encuentre en la tecnología el lugar para desarrollar todo su talento humano, su proyecto de vida.
Mucha es la tinta que se le ha dedicado a hablar del Centro para la Cuarta Revolución Industrial, sin duda es una iniciativa valiosísima, pero necesitamos traducirla para la gente del común. Cuando hablamos de Inteligencia artificial, una cosa que se escucha tan en el aire, tiene un enorme potencial de inclusión socioeconómica, porque lo que vale está en su cerebro y en el corazón, y no en su físico y ni en los bolsillos.
Hoy Medellín invierte el 3% anual de su PIB en ciencia, tecnología e Innovación. Para garantizar que esta tendencia de crecimiento continúe en los próximos años, necesitamos darle mayor fuerza a nuestros instrumentos de capital para apoyar las nuevas empresas en tecnología que surgen de los ciudadanos. Tenemos que dar un paso adelante en nuevos instrumentos de inversión como los bonos impacto social sobre la generación de empleo calificado, en jóvenes en condiciones de vulnerabilidad
Les puedo resumir los retos de la organización en una sola frase: necesitamos que Ruta N quede más cerca de la Medellín real... después de todo, ¡Innovación se escribe con “i” de inclusión!