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“Sacrifiquen a los débiles”

Por ana cristina aristizábal uribe

anacauribe@gmail.com

En el marco del covid-19 que tiene encerrado a medio mundo, el espíritu nazi, que pervive en algunos, se exhibió en una manifestación en Nashville, EE. UU., en un cartel escrito: “Sacrifiquen a los débiles. Reabran Tennessee”. Lo sostenía una mujer escondida bajo lentes y tapaboca. ¿Cree que por culpa de los “débiles” está encerrada? ¿Qué tipo de sociedad vuelve a sembrar ideas eugenésicas en la gente?

Un tipo de sociedad individualista y cómoda, alimentada por un sistema económico-político basado solo en la competencia y en las capacidades individuales, que profundiza la brecha entre los que nacieron o con voluminosas herencias o con óptimas condiciones biológicas o con inmensas capacidades cognitivas o con grandes oportunidades laborales y que nunca han sufrido accidentes o enfermedades incapacitantes. Son los fuertes y poderosos por herencia, capacidades, oportunidades y hasta por edad. Pero eso no es condición ni ocasión para creerse superior ni menos para no “soportar” la existencia de los que carecen de oportunidades, capacidades, herencias, salud o juventud. “Los débiles”.

Ese tipo de sociedad es proclive a engendrar un humano que tiene de sobra para derrochar en bagatelas y vive ciego, jadeante de egoísmo, incapaz de entender conceptos mínimos de la cultura de la compasión, la empatía, la bondad y la solidaridad con los más débiles, necesitados y menos afortunados.

Ese humano, alimentado por ese degradante y decadente sistema económico, es “exitoso” en la civilización de la egolatría, el materialismo, la codicia, la exhibición, el “primero yo, segundo yo, tercero yo y si queda, también para mí”. Muchos de ellos domados para trabajar como robots, producir dinero y engordar un sistema que se lo arrebata en naderías, embelecos, no necesidades y sí muchos derroches.

Ese humano, así domesticado, es incapaz de entender las penurias, desventajas, carencias y hambres de los “débiles” a los que promueve sacrificar. No entiende que su adulado y escabroso sistema solo premia a unos privilegiados e ignora supinamente que los humanos no son iguales y que muchos necesitan, en algún momento, ayuda y consideración, porque no todos nacen con abultadas herencias ni óptimas condiciones biológicas ni tienen las mismas oportunidades de vida.

“De malas”, piensan. Y cegados por su ignorante egoísmo salvaje creen que esos: los débiles, enfermos, ancianos y pobres son los que estorban su desbocada vida de competencia y derroche. ¿Eugenesia cultural? Poco hemos avanzado desde la Segunda Guerra Mundial.

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