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P. Hernando Uribe
Columnista

P. Hernando Uribe

Publicado

San Juan de la Cruz

Por hernando uribe c., OCD*

hernandouribe@une.net.co

San Juan de la Cruz es del siglo XVI, pero en realidad es del siglo XXI. Tuvo el acierto de tocar con las manos la esencia del hombre para hacerle ver lo que lo hace feliz aun en la mayor adversidad. Cada lector de sus poemas tiene en Juan el amigo del alma, que le dice lo que necesita para que su vida sea plena, porque tanto la estrechez humana como la amplitud divina le son familiares. Para quien no se contenta con menos que infinito, la sintonía con él es total.

Cuando el poeta místico canta: “Descubre tu presencia / y máteme tu vista y hermosura”, lo único que anhela es morirse de felicidad a la vista de la hermosura del Amado, pues en el momento que la viese, “sería ella arrebatada a la misma hermosura, y absorta en la misma hermosura, y transformada en la misma hermosura, y ser ella hermosa como la misma hermosura”.

La hermosura del Amado divino es en realidad la fuente de inspiración de todo gesto humano. La hermosura, entendida como la armonía de las partes en el todo, determina la vida entera del poeta místico, la gran lección que tiene para cada uno de sus lectores interesados en su mensaje. Tener miradas hermosas, palabras hermosas, gestos hermosos, vestidos hermosos. Hacer de la vida entera la obra de arte por excelencia.

El poeta místico conoce admirablemente la condición humana, y sabe que en él el gozo y la belleza van de la mano, y por eso canta: “Gocémonos, Amado, / y vámonos a ver en tu hermosura”. El modo como el corazón del hombre debe palpitar a cada instante. Quiere morirse por ver la hermosura de su Amado, pues su hermosura lo enloquece, sabiendo que Amado divino y Hermosura divina son la misma realidad de distinto modo.

La sorpresa del lector no tiene límites. Huye de la muerte buscando la muerte y teme a la muerte amando la muerte. “No le puede ser al alma que ama amarga la muerte, pues en ella halla todas sus dulzuras y deleites de amor”. Sus ojos lo miran de hito en hito, embelesados, hasta querer morirse.

Poeta místico por excelencia, Juan es el sol que ahuyenta la oscuridad solo con llegar. En su presencia el misterio se nos vuelve del todo familiar. “La noche sosegada / en par de los levantes de la aurora / la música callada / la soledad sonora / la cena que recrea y enamora”. La canción de cuna de la madre naturaleza para cada uno de sus hijos.

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