Maestra consumada de la literatura y de la mística, Santa Teresa de Jesús. Su amor por la lectura y su aprecio del libro la ubican entre los grandes clásicos de la lengua española. Aunque escribía con la velocidad de un notario robándole tiempo al sueño, es pasmosa su habilidad literaria. Teresa asombra por su habilidad de hablar de lo inefable. La magia con que junta las palabras llena al lector de pasmo, sortilegio y maravilla.
En “Libro de la Vida”, su primer libro, escrito entre sus 45 y 50 años, encontramos este párrafo, muestra de la dulzura musical de su prosa. “Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí casi haciéndome fuerza para que la tenga” (Vida 4,10). Teresa de Jesús, concertista magistral de la palabra escrita. Una serenata.
Manera portentosa de aprisionar en la palabra su experiencia inefable de lo divino, en que la fantasía y el buen gusto están al servicio de la realidad, a la inversa del novelista. El acento rítmico, la cadencia musical y la armonía entre forma y fondo hacen sentir al lector en la antesala del paraíso. Mundo inimaginable que el hombre del siglo XXI tiene por descubrir y cultivar.
Un año antes de comenzar a escribir, Teresa vive una experiencia desoladora, el que la Inquisición prohíbe la lectura de libros religiosos en español. Teresa escucha de repente una voz misteriosa que le dice: “No tengas pena, que Yo te daré libro vivo”. Al desconcierto inicial siguió la comprensión clarísima de lo que escuchó. Teresa lo cuenta así: “ha tenido tanto amor el Señor conmigo para enseñarme de muchas maneras que muy poca o casi ninguna necesidad he tenido de libros; Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades [...], ¡de manera que no se puede olvidar!”.
Teresa de Jesús, fenómeno singularísimo. Toda su obra escrita es fruto del aprendizaje en la escuela de “Su Majestad”. Hombres de hoy, aprendamos de Teresa su lección magistral: “Todo me lo enseñaba mi Maestro divino”