Por Juan David Restrepo A.
Por Juan David Restrepo A.
Un saludo muy especial a quienes comunican y expresan el sentir de las personas de bien de este país. Gracias a nuestra democracia podemos contar con ustedes, pero hoy miro el futuro con tal incertidumbre que la preocupación abruma nuestra sagrada libertad, nuestra democracia. Les escribo con un sentimiento de orfandad enorme. Mi humilde sentir no me deja entender cómo los derechos de 49’700.000 personas se ven atropellados por el abuso de un puñado de quienes no han entendido que su libertad termina donde empieza la nuestra y en el ejercicio de su abuso creen que ejercen un derecho, ignorando que los derechos traen consigo deberes. Orfandad, qué sentimiento tan doloroso... Los que pensamos ser personas de bien, generamos empleos, pagamos impuestos, reforma tras reforma, juiciosos, cuántos años sosteniendo este país y no vemos un liderazgo pleno que proteja nuestros derechos, por proteger a una minoría destructiva, ¿nuestros gobernantes les temen? Qué sería de este país sin empresarios, sin empresas, sin contribuyentes. Tendremos que pagar el restablecimiento de nuestra economía y hoy no solo sentimos desprotección, sino que vemos que permiten que humillen a la fuerza pública que la misma sociedad instituyó para nuestra protección. Hay un vacío de liderazgo que nubla el optimismo