Síguenos en:
El País
Columnista

El País

Publicado

Si no ahora, ¿cuándo?

$Creditonota

Por Margaryta Yakovenko

Tiene 20 años y dice: “El año pasado entré en una crisis existencial y, bueno, acabé aquí”. Los demás asentimos. Unos minutos después, otro compañero se presenta y confiesa: “Después de lo que pasamos, me planteé algunas cosas... eh... me pregunté, si no era ahora, ¿cuándo?”. El resto volvemos a asentir. No estamos en un grupo de adictos anónimos. Estamos sentados ante un pupitre, un tablero blanco y un mapa de la bota de Italia colgado en la pared. No estamos redimiendo nuestros pecados, estamos intentando aprender italiano.

Formamos un grupo peculiar que oscila entre los 17 y los 60 años. Somos cerca de 20, todos predispuestos a pronunciar correctamente las ci como chi y las chi como qui y olvidarnos de que el italiano no es ponerle una i al final de cada palabra en castellano. Nuestra profesora sabe que está ante un grupo de gente extravagante y poco práctica. No estamos aquí porque en nuestro trabajo nos exijan saber hablar italiano, sino porque hemos decidido que es un idioma bello, nos gusta la pizza, Måneskin o porque somos lo bastante ilusos como para creer que un día viviremos en Roma y seremos felices estando siempre al borde de un stendhalazo.

Pero, además de todo ello, estamos aquí por culpa de una pandemia que nos ha puesto al borde del abismo, cara a cara con nuestros miedos y mirando de frente a nuestros deseos. Y no hay nada que dé más terror que un deseo no cumplido. Nada que provoque más pánico que sentir que ya es tarde para eso que tanto querías y no hiciste porque creías que estabas demasiado ocupada, o te daba demasiada vergüenza, o sentías, precisamente, miedo de hacerlo realidad. Por eso, después del confinamiento, algunos ex volvieron dejando de lado el orgullo más dañino y absurdo. Algunos familiares supieron perdonar viejas rencillas. Algunos amigos limaron asperezas y otros, simplemente, dejaron de hablarse entendiendo que no se aportaban absolutamente nada el uno al otro.

Confinados entre cuatro paredes y sin interacciones sociales, nos propusimos ser mejores. Había ciertas cuestiones en nuestras vidas prepandémicas que sabíamos que nos estaban llevando a un callejón sin salida, pero no sabíamos cómo dar media vuelta.

No suelo pecar de optimismo, pero si tengo que pecar, que al menos sea de eso: quizá sí que estamos intentando ser mejores. O, al menos, ser más fieles a nuestros deseos. Aunque sean deseos utópicos o nada prácticos. Si no ahora, ¿cuándo? Yo de momento seguiré yendo a cada clase con un alegre ciao nada más cruzar la puerta. Que todos sabemos que en realidad se pronuncia chao 

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS
Otros Columnistas