Estación Sol Nubado, a la que llegan con paraguas (para el agua) y sombrillas (para el sol), chaquetas y camisetas, botas de suela gruesa y tenis de colores, bufandas y gafas oscuras, camisas leñadoras o de flores, caras pálidas y coloradas, unas de mal del genio y otras sonrientes. Y a la fila se le suma gente que tose y otra que silba, la que va bien enfundada y la que lleva la camisa por fuera, la que espera taxi y maldice y la que monta en bicicleta y se desplaza sin contaminar, pues en esto de los cambios de clima hay un tiempo para cada uno, pero si se mezclan o lo uno interviene de repente lo otro, lo que aparecen son escalofríos, estornudos, fiebres, sospecha de covid (en una de sus múltiples variables), acetaminofén con limonada y ron con miel, lo que podría curar y alegrar el asunto si el ron es doble.
Esto del calentamiento global (que la codicia trata de pasarse por encima) es un hecho que ya no se puede negar. Los veranos son achicharrantes y los fríos casi polares, los hielos de los polos se disuelven (osos y pingüinos, leones marinos y focas serán en poco tiempo palabras parecidas a las que nombran los dinosaurios en las enciclopedias) y la contaminación habita los cielos cercanos, los bronquios y váyase a saber si los cerebros: mientras los segundos hacen toser, los terceros llevan a cometer errores, descomponer la realidad en fantasías y esperar ovnis de rescate. Lo cierto de todo esto es que el medio ambiente está en problemas y, en consecuencia, todos los seres vivos (al menos los conocidos) que hacemos parte de la biósfera. Y con el planeta en proceso de destrucción, se ven también otros destructores.
Según la geografía humana, el entorno nos hace parecidos al espacio en que vivimos. Si el contexto es bueno, tendemos a la bondad y las ideas bonitas, pero si es malo, nos volvemos agresivos y pensamos mal. Así que podría decirse que esto del calentamiento global y la contaminación ha terminado por permear a las personas (las tóxicas están por todas partes) y las mentes ya funcionan mal. El exceso de consumo (que lleva a satisfacciones tipo pompa de jabón), las creencias en lo paranormal y en el control mental (lo que conduce a frustraciones), la falta de un futuro claro en términos económicos y políticos, y la información desmesurada y pandémica están llevando a un descontrol nunca visto, como pasa con el ruido en esta ciudad.
Acotación: los cambios climáticos con sus impertinencias y desafueros se parecen mucho al despiporre político que se vive. Con algunas acciones quedamos fríos, con otras nos calentamos y, en este juego de frío y calor, la razón da paso a las emociones, las mentiras y los desbordes, los miedos como estrategia y, entonces, a toser