Estación Cálculos, a la que llegan los calculantes: geómetras, matemáticos, sociólogos, urbanistas, espías, jugadores de baraja y billar, autistas en capacidad de hacer un dibujo complejo con solo una mirada y gente que hace cuentas para enterarse de si sobra, falta o no hay. Y frente a lo que observan los calculantes (lo que incluye calculadores), para este caso la ciudad. la pregunta es cuánto de esto o aquello, en términos de déficit, superávit, proyección y dimensión, pues la ciudad es un espacio y tiene límites y, con base en estos, normas, prospectivas, acuerdos, capacidad de abastecimiento y posibilidades de convivencia entre la gente (vecindarios), las personas y el medio ambiente (espacios públicos), y los flujos de movilidad. Estos aspectos: gente, ambiente natural y moverse sin problemas, son los que hacen o deshacen una ciudad, creándole dimensionamientos adecuados o convirtiéndola en un sitio con problemas para vivir y ya incapaz para cualquier resiliencia.
Y entremos en la pregunta cuántos, que es la que me dice cómo está el asunto: ¿cuántos carros particulares, camiones, motos, buses, tractomulas, camiones cisternas, taxis y émulos, se mueven por la ciudad, en qué direcciones y a qué horas, con cuanta intensidad de ruido y produciendo cuánta contaminación? ¿Cuál es el tamaño de estos vehículos para saber si caben bien en las vías, permiten una velocidad estable y se llevan entre sí un espacio suficiente para no causar accidentes o (quién se inventaría este eufemismo) incidentes? ¿Cuántos edificios existen, de qué altura y cuánta densidad crean en el piso esos habitantes y vehículos? ¿Cuál es la cantidad de indigentes, desplazados, inmigrantes, vendedores ambulantes y cuánto espacio ocupan? ¿Y dónde la ciudad es el ciudadano y cuánta de los delincuentes?
En los días de calor es cuando se nota más la densidad urbana, pues no solo hay explosión de colores en las montañas, el cielo y los avisos, sino que la contaminación se nota más, el mal humor de la gente se amplía, los ruidos abundan, los espacios se estrechan (deberían dilatarse), los malos olores abundan, la sensación de estrechez en las vías es más evidente, el ruido hace de las suyas (somos grandes productores de ruido, debe existir un gene grillo) y, agregándole a esto mentiras, escándalos, miedo, propaganda oficial, oportunismos políticos, culpas desviadas, la densidad se nota más y los cuántos de aquí y allá, los cálculos necesarios, aparecen como una necesidad de saberlos para no seguir con esta acromegalia que todo lo deforma y que la Alcaldía no quiere ver.
Acotación: la densidad es una medida que habla de la relación entre espacio y contenido. Y a más densidad en un espacio, las posibilidades de movimiento son menos, las relaciones entre elementos más problemáticas y la producción de desechos más difícil de manejar. Y en esto de lo denso están las posibilidades de gobierno o desgobierno de la ciudad.