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José Guillermo Ángel
Columnista

José Guillermo Ángel

Publicado

Sobre ficciones de guerra

Por José Guillermo Ángel
memoanjel5@gmail.com

Estación Especulación, a la que llegan expertos en contradecirse y sin arrepentimientos, medios de comunicación (en especial los digitales) que entrevistan a personas que, más que un análisis, lo que dicen es lo que quieren que pase; propagandistas que buscan crear opinión favorable (sean de un bando o del otro) con toda clase de mentiras y montajes, editores que usan una imagen comodín para cualquier información que aparezca, noticias de último momento que son las mismas de hace una semana, gente que habla del anticristo con sus huestes de demonios y otros que convierten en tema de información cualquier frase suelta, buscando más camorra. Y detrás de esta fila en caos, se ven enemigos vigentes desde la vieja Guerra Fría, neonazis que quieren cobrarse la derrota de Stalingrado, eslavos de corte antisemita y prorrusos y antirrusos que revuelcan asuntos en los que el zar y Rasputín existen, igual que los lobos, los gulags y los sospechosos bosques de la taiga.

La especulación es un juego de fantasías, prejuicios, intereses, formas de presión, miradas de reojo, ases en la manga (el asunto de las conveniencias), distorsiones de la realidad y, para el caso de las guerras, paranoias diversas que se anclan en la obsesión por la destrucción, la presencia de la peste, el aumento de refugiados desvalidos, la xenofobia y la creación de enemigos al estilo Hobbes (leviatanes). Y en esta especulación, se habla de castigar o apoderarse (o negociar por debajo) los abastecimientos de recursos (petróleo, gas, trigo, maíz, aceites, agroquímicos, traidores), gestionar el movimiento de dinero y el acaparamiento de oro, y de ir contra los que se hacen a un lado, que ya por no tomar partido son sospechosos. Se especula (y aquí se ve la mala intención) para crear un caos mayor y pescar de ahí lo que se pueda.

En esta guerra Rusia-Ucrania (que, de acuerdo con los especuladores, es el inicio de una guerra nuclear), la información no aclara, sino que confunde, los deseos de que suceda algo horrible están por encima de los hechos y la interpretación que se hace más parece un Houdini tratando de salir de una de sus trampas con cadenas. Pero sí se ve algo evidente: esta guerra es una feria amplia de armamento. Tanques con cañones antiaéreos, misiles que abren huecos como una broca, drones que bombardean y balas que no se acaban, como en las películas de vaqueros. Y la especulación sigue, pero esta vez publicitando calibres y rapidez en los disparos.

Acotación: la tanatofilia es la ansiedad de muerte y en las ficciones de guerra, que se usan para que haya más rating, la muerte (esa que tanto se negó con los maquillajes) desfila como modelo famosa que anuncia una guerra atómica con un espectáculo rico en luces, sonidos y zombis. Claro que de zombis estamos llenos. Todo hiede 

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