Por Daniela Présiga Saldarriaga
Hace varios años la filósofa y escritora española Adela Cortina estudiaba el fenómeno de la hostilidad de los europeos con los inmigrantes que llegaban en masa a su continente y, en sus reflexiones e investigaciones, creyó descubrir la clave: el rechazo no se generaba tanto por las diferentes razas o por los grupos étnicos distintos, sino porque los que llegaban eran pobres. Y propuso un término para eso: aporofobia, fobia al pobre. La palabra y el concepto fueron incluidos en la última edición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). No sucede solo en Europa, sino en todo el mundo.
¿Hay aporofobia en Colombia? Seguramente sí, vaya paradoja en un país de mayorías pobres, aunque ya serán las investigaciones sociológicas y académicas las que lo digan con certeza. Pero sucede que cuando se produjo la primera ola de migración venezolana, compuesta por profesionales, ejecutivos del petróleo y exburócratas gubernamentales, nadie se quejó: traían dinero.
Siendo la xenofobia y la aporofobia fenómenos preocupantes, de los que hemos sido víctimas colombianos y colombianas en tantos países, será clave saber si con las últimas medidas del presidente Duque a favor de los migrantes venezolanos estas conductas se van a incrementar.