Estación Creación, a la que llegan escritores con nuevas propuestas literarias, filósofos que analizan las condiciones actuales del vivir, pintores con trazos nuevos y técnicas innovadoras, músicos que le ponen sonido a las sensaciones y emociones en un mundo tecnificado, gestores culturales que en museos y bibliotecas muestran y promueven las novedades para que haya más educación sensible, críticos que descubren contenidos en las obras a la par que posibles errores, dialogantes sobre las distintas artes, danzantes que demuestran todas las posibilidades de movimiento que tiene el cuerpo, directores de coros que hacen de la voz un instrumental, autores y directores de teatro que posibilitan que los espectadores se vean en la situación que les muestran desde el escenario, cineastas y fotógrafos que convierten el mundo en que vivimos en una manifestación visual (lo que hasta hoy no se ha visto); en fin, la cultura es una creación permanente, un uso novedoso de materiales y del lenguaje, de la luz y la profundidad (y de los descubrimientos marginales de la ciencia), un estar aquí y ahora usando los sentidos y la inteligencia, la sentimentalidad y un humanismo necesario que cuestiona, confronta y educa. Si hay público para la sensibilidad, claro.
La cultura se diferencia del folclor y la artesanía (que son manifestaciones que se repiten) en que, como decía Octavio Paz, proviene de la palabra cultivo, o sea que es un campo en el que se siembra y, con cuidados intelectuales, nuevas pláticas, posibilidades instrumentales y gramaticales, va creciendo hasta que produce novedades, pues como proceso ha usado lo anterior (lo que han hecho otros, el canon) para mejorarlo, volverlo pertinente y situarlo en condición de modernidad. No es, entonces, una cuestión marginal, sino un algo que demuestra hasta dónde llega la inteligencia. Y lo más importante (para que se la mire con respeto), una industria con productos sensibles y, a la vez, gran generadora de empleo y de imagen para una ciudad que quiera tener un lugar interesante en el mundo.
En la cultura se mueven maestros, productores de instrumentos y vestuarios, arquitecturas efímeras para magnificar escenarios, impresores y diagramadores, diseñadores y maquilladores, artistas y representantes en todas las direcciones, camarógrafos, luminotécnicos, sonidistas, correctores, editores, publicistas, acomodadores, taquilleros, curadores, periodistas especializados (hasta la culinaria es cultura), historiadores, creadores y mucha otra gente que cree en la cultura como una manera de ser más humanos. Claro que, si no hay humanos en las administraciones de gobierno, estas se estarán burlando del contenido de este artículo. En estas tierras de aguaceros y calores, pasa mucho.
Acotación: La cultura, como los deportes y la investigación científica, produce muchos réditos, reconocimientos sin necesidad de comprar premios y un turismo valioso, no ese rajatabla que nos llega. Y cuando es una industria, por el clúster que contiene, lo cultural sitúa la ciudad arriba y es ejemplo